20 febrero 2019
La ciudad solitaria (1)
Hipócrita, creo que falta algo, Hipocratico más bien. Mi primer pensamiento, producto de alguna asociación que desconozco. Mi espesura mental al despertar siempre ha sido considerable....... esta metonimia por falta de oxigenación, la sequedad de boca, el dolor de cuello, ...... la rigidez de pies al apoyarlos en el suelo, lentamente, por si acaso la taquicardia. ... Aunque es imposible mi reconciliación con el mundo , el cafe y la bolleria industrial , ese lento suicidio pasando por el aumento de peso, me producen cierto bienestar. Me pesan las zapatillas, cometí un error al comprarlas con suela tan gruesa.
Mientras desayuno en pijama, la casa esta fría al levantarme, pienso en los ritmos del cuerpo, esa gente que por la noche "no vale nada" y a las seis de la mañana canturrean por la casa incapaces de permanecer acostados y otros como yo que no nos acostaríamos pero somos incapaces de levantarnos por la mañana.
Vivo solo, un piso pequeño alquilado, el final de mi deterioro social, el paso anterior a dormir en un cajero.Nunca hago planes porque no tengo energía para hacerlos y soy incapaz de cumplirlos. Pongo la radio y engancho en los anuncios la mayoría de veces. Esos anuncios de "cosas" que se pueden hacer o comprar o cambiar, consejos bienintencionados e historias sobre alguien con mucha resiliencia (que me he enterado yo hace poco que no es quedarse callado), la gente no sabe que estamos derrotados de antemano.
No me suelo duchar por ahorrar agua caliente, tengo tendencia a quedarme mucho rato debajo del agradable chorro y eso gasta mucho. Es el único momento en que mi piel esta libre, ya casi no recuerdo la textura de otro cuerpo.
El día no parece muy frío y tengo que atreverme a salir. Llevo cuatro días sin hacerlo y necesito comprar algo de comida. Como poco, pero poco es mucho para mi en estos tiempos. Ademas desde que han puesto el servicio de vigilancia: "la vejez no es solitaria, ponga un viejo en su vida. Contrate el servicio Voluntarios y vejez", hay que salir o te vienen a sacar. Esto aunque lo parezca, no es que a los ancianos los vayan a volver a llevar a la EXPO a regular el trafico sino que hay Voluntarios en detectar precozmente que algún vecino "no sale" es decir " a lo mejor esta muerto". Las asistentes sociales no nos dejan vivir. En mi casa hay unos vecinos que no salen en días, llevan poco tiempo viviendo juntos y entre Netflix y el sexo no necesitan relacionarse. Pero a estos no les han puesto Voluntarios en alerta, siempre la misma discriminación de genero y de edad. Vale por hoy, que la calle me espera.
(Evaristo Cienpozuelos)
12 febrero 2019
Los restos de unos deberes escolares aprendidos y olvidados
Decir
es inventar. Sea falso o cierto. No inventamos nada, creemos inventar cuando en
realidad nos limitamos a balbucear la lección, los restos de unos deberes
escolares aprendidos y olvidados, la vida sin lágrimas, tal como la lloramos. Y
a la mierda. (Enrique Vila Matas)...
La
historia de mi vida no existe. No hay centro. No hay camino, ni línea. Hay
vastos espacios donde se ha hecho creer que había alguien, pero no es verdad, no había nadie (Marguerite Duras).
Mi
verdadero miedo consiste en que jamás podré poseerte. Que en el mejor de los
casos me veré limitado, como un perro inconscientemente fiel, a besar tu mano
que, distraídamente, habrás dejado a mi alcance, lo cual no será, por mi parte,
una señal de amor, sino un signo de la desesperación del animal eternamente
condenado al mutismo y a la distancia. (Franz Kafka)
El trabajo es la maldición de las clases bebedoras (Oscar Wilde)
11 febrero 2019
Por un sofa silencioso sin pantallas
Esto del camino hacia la nada es, en realidad, una postura nihilista de andar por casa, que es el verdadero nihilismo, ya que la actitud nihilista tomada en serio es una actitud épica, algo contradictorio.
Dada mi tendencia a la indecisión he pensado que el camino hacia la nada es llegar a un punto en el que no tenga que tomar decisiones, sobre nada, sobre absolutamente nada, ni siquiera tenga que tomar la decisión de no tomar decisiones. (esto se va liando)
Me gustaría que fuera algún tiempo antes de morir, no inmediatamente, para disfrutar de la paz, no la paz de los cementerios sino la de los sofás silenciosos.
Ahora todos los sofás van con pantalla o sea que hay una pantalla delante por la que desfila el mundo, ese mundo irreal del que nos quieren convencer constantemente de su autenticidad supongo que para vendernos algún producto u objetivo en la vida o cualquier gadget con el que ocupar nuestro tiempo inútil en el agujero negro en el que vivimos.
Por eso propugno la paz del sofá sin pantalla, sin vecinos ruidosos, sin libros para leer y cultivarse, prohibir los libros que pertenezcan a una saga y que tengan mas de cincuenta paginas.
Por ultimo, antes de morir, me gustaría repetir en publico algunas frases, sin venir a cuento, para llegar al ostracismo social verdadero, ese que provoca que cuando tus amigos o conocidos te vean venir, te sonrían y se cambien de acera.
Frases como:
"El problema no es si hay otra vida después de la muerte, sino antes, con los sueldos que pagan"
"Lo bonito de los niños es el proceso de fabricación"
Después de releer lo anterior creo haber conseguido mi objetivo... no estoy en camino.... ya he llegado a la nada.
(Evaristo Cienpozuelos)
10 febrero 2019
Las maquinas y el tiempo de ocio
"Es falso que las maquinas simplifiquen el trabajo del hombre, mas bien sucede lo contrario: lo carga de obligaciones y lo encadena. Tampoco los seres humanos mejoran sus almas por rodearse de mas artefactos. La técnica es insaciable porque siempre exige mayor desarrollo y mayor cantidad de maquinas.
Enreda a sus siervos en una vorágine que los atrapa para siempre. Es falso que las maquinas proporcionen "tiempo de ocio", solo otorgan descansos momentáneos cronometrados y la angustia de que se terminen."
05 febrero 2019
Lo que ocurre cuando los aburridos se vuelven adictos a la realidad o a un mundo de ficcion interesada
Porque lo que ocurre cuando se pierde el control de la información, cuando los llamados Aburridos, es decir, toda esa parte de la población que vive de la actualidad, que solo respira cuando tiene ante si un caso lo suficientemente morboso, que es por completo adicta a disponer de datos, sean o no fiables, empiezan a disparar rumores en todas direcciones, es que se da pie a las llamadas fake news y a las teorias conspiratorias y estas se traducen en puro canibalismo digital.
“No me gusta la sociedad que estamos creando. Espero que en el futuro se advierta a los chavales en el colegio sobre los peligros de la exposición a las redes sociales, y a la información que circula por la Red en general”, asegura. También dice que lo más probable es que el 11-s cambiara para siempre el mundo tal y como lo conocemos.
“Supongo que la dictadura del presente en la que vivimos nació ese día, cuando el primer avión se estrelló contra las torres”, dice. Se descubrió entonces que podíamos volvernos adictos a la realidad. O a lo que la red global que habíamos construido decidiera qué era la realidad. ¿Vivimos, cada vez más, en un mundo que no existe, en un mundo de ficción interesada?
04 febrero 2019
Los idiotas reciben la máxima atención
Hace menos de una década, las posibilidades de la web eran aún una promesa llena de esperanza. Su potencial comercial era un hecho, ya no era difícil ver que iba a transformar para siempre la industria periodística, y las recién nacidas redes sociales parecían capaces de lograr, de una manera bastante perfecta, un viejo sueño ilustrado: conectar a los individuos y permitirles intercambiar afectos e información, con tanta facilidad que el origen el origen de muchos de los conflictos humanos ―la incomunicación, la falta de elementos de juicio, la pervivencia de fronteras que separan y distinguen las experiencias de unos y otros― podría minimizarse.
Además, existía la ilusión de que supusiera el principio del fin de la jerarquía y la autoridad. En la llamada web 2.0, todos participábamos en igualdad de condiciones en un diálogo global. Los gobiernos no debían meterse en él, puesto que uno de los principales fines de la web era controlarlos. Se pensaba incluso ―recordemos el 15M, las primaveras árabes u Occupy Wall Street― que sería posible derrocarlos.
Jaron Lanier (1960) ha participado en el desarrollo de la realidad virtual, trabajado para Microsoft y formado parte del ecosistema de las “start-ups” y los desarrollos tecnológicos estadounidenses. Hasta que sintió que la criatura que había contribuido a crear empezaba a ser exactamente lo contrario de lo que debía: no solo no se había convertido en una especie de paraíso libertario sin intromisión estatal y en una plataforma para el diálogo desinteresado, sino que había caído presa de los intereses de las grandes empresas y adoptado algunas de sus peores expresiones. No se trataba únicamente de la la avaricia, que podía darse por descontada, sino de algo peor: una obsesión, que iba más allá del “marketing” tradicional, por alterar la conducta de los usuarios.
“¿Cómo podemos seguir siendo autónomos en un mundo en el que nos vigilan constantemente y donde nos espolean en uno u otro sentido unos algoritmos manejados por algunas de las empresas más ricas de la historia, que no tienen otra manera de ganar dinero que consiguiendo que les paguen por modificar nuestro comportamiento? Lo que en otra época podría haberse llamado ‘publicidad’ ahora debe entenderse como modificación continua de la conducta a una escala colosal”.
Sin embargo, casi todos parecemos aceptarlo por una razón simple: las redes nos han hecho adictos a la atención; lo que más deseamos es que nos hagan caso. Una vez más, esto no es nuevo, pero su escala ha adoptado proporciones peligrosas: “Sin otra cosa a la que aspirar más que a la atención de los demás, las personas normales suelen transformarse en idiotas, porque los más idiotas reciben la máxima atención. Este sesgo intrínseco favorable a la idiotez marca el funcionamiento de todas las demás partes” de las redes sociales. Cualquiera que dedique algo de su tiempo, aunque sea una pequeña parte, a las redes sociales lo ha experimentado. Quizá no sea muy distinto de otras adicciones: excita nuestro cerebro, pero sabemos que está mal.
03 febrero 2019
El acontecimiento sexual es absolutamente inútil
El acontecimiento sexual, pues, no tiene ningún fin, y no quiere tener ninguno. Pero las cosas más elevadas de nuestra existencia, como el arte, la poesía o la música, no tienen ningún fin visible y tangible y, cuando quieren tenerlo, inmediatamente parecen empobrecidas y despreciadas. Lo mismo ocurre con el acontecimiento sexual, que resulta empobrecido y despreciado cuando se le impone un fin. El acontecimiento sexual es, como todas las cosas más elevadas y resplandecientes de nuestra existencia, en su naturaleza real y en sus momentos más preciosos y felices, absolutamente inútil.
Pienso que, respecto al sexo, no se puede tener una opinión sin equivocarse. De hecho, el sexo no requiere opiniones. Rechaza toda idea de naturaleza abstracta y general. Las ideas no se pueden construir sobre todo, y el sexo es un buen ejemplo de ello.
El sexo es sordo, ciego y mudo, pero aun así, pretende comunicarse. Al ser el sexo ciego, sordo y mudo, está inmerso en la oscuridad y en el silencio, y es estricta propiedad del individuo como muy pocas otras cosas en el mundo. Estricta propiedad del individuo pero sedienta de un prójimo, e infeliz si no lo encuentra.
En el sexo, la felicidad y el dolor aparecen únicamente cuando hay dos personas frente a frente. Del mismo modo, también el bien y el mal aparecen, en el sexo, cuando hay, frente a frente, dos personas, que pueden hacerse el bien o el mal recíprocamente. En el sexo, todo lo demás es juego, y tal vez no merezca la pena hablar de ello.
Muchas veces, también entre dos personas el sexo es juego. Muchas veces, los dos no sienten nada el uno por el otro y lo que buscan es el entretenimiento. No hay entonces un «acontecimiento sexual», sino de nuevo simplemente un juego, y la unión de los dos es entonces semejante a un partido de tenis, o una partida de ajedrez. Reclamar la libertad sexual, en abstracto, significa invocar la libertad de jugar al tenis o al ajedrez cuando nos apetece. ¿Es algo que se puede reclamar? Sí, pero seguramente no vale la pena armar tanto alboroto. Se desea la libertad de jugar al tenis como se desea cualquier otra libertad.
De los juegos sexuales no valdría la pena tal vez hablar si ahora no hubieran invadido el mundo. Si han invadido el mundo es porque hoy la gente desea agazaparse en una condición infantil. De los acontecimientos sexuales la gente tiene miedo, porque son dramáticos, están cargados de consecuencias, impregnados de felicidad o de infelicidad. La gente los teme como teme a los dragones. De este dragón que es el sexo, o de esta águila o halcón, han hecho una gallina cacareante, y la tienen aleteando en sus patios. Por lo cual cuando debaten sobre el sexo, parecen hablar de gallinas; se preguntan si recibirán o no los huevos que exigen, si obtendrán su porción de orgasmo, y hablan de eso lo más alto que pueden para no tener miedo. Van a ver películas pornográficas tal y como se va a ver los criaderos de pollos.
Goffredo Parise escribió hace unos días un artículo a propósito de la pornografía. Decía que la pornografía es una forma de conformismo y que de eso proviene su carácter tétrico. Sí, pero su carácter tétrico no solo proviene de eso. Proviene del hecho de que los criaderos de pollos son tétricos. Cuando una película de contenido pornográfico alcanza la esfera del arte, se desvanece inmediatamente el aire sofocante del gallinero e irrumpen los dragones. Se desvanecen los patios y cualquier inmóvil juego de infancia. El arte es adulto, y arrastra consigo el bien y el mal, el dolor y la felicidad, y la realidad.
02 febrero 2019
No existe mas que la realidad de las palabras
La realidad no existe. No existe mas que la realidad de las palabras. Cuando nosotros nacemos, nacemos a las palabras, no al mundo. Las palabras son los soportes sobre los que reposa el mundo; el mundo tal como lo hago existir por las palabras. El mundo en sí no es ni azul, ni amarillo, ni rojo, ni blanco, ni negro, ni alto, ni bajo, ni grande, ni pequeño. Sin embargo, sin esas palabras no podríamos manejarnos en este mundo. Sin palabras todo no sería mas que caos y nuestro ser estaría desestructurado. Me dicen: "Esta mesa es azul"; yo comprendo lo que me dicen, ¿pero qué es lo que yo sé realmente de esta mesa? absolutamente nada.
No podemos vivir mas que porque existen las palabras. No estamos hechos únicamente de carne y sangre, sino por palabras y mas palabras. Pero estas palabras, que son para nosotros la fuente de la vida, están al mismo tiempo en el origen de nuestros sufrimientos. He aquí toda la paradoja de la vida humana.
Las palabras son los sujetos de todas nuestras actividades. Las palabras están en el centros de todos nuestros deseos. El espacio entre el nacimiento y la muerte es a veces tenue, a veces infinito, pero el hombre avanza inexorablemente sobre el camino que le lleva del nacimiento a la muerte. ¿Que es este camino? Del nacimiento nacen las palabras. De las palabras nace la conciencia. De la conciencia nace la existencia. De la existencia nace la oposición. De la oposición nace la contradicción. De la contradicción nace el sufrimiento. Un camino marcado cada instante por las palabras.
Llevamos ya el ‘no lugar’ encima, con nosotros”
Pregunta. “Para ser feliz hay que conocerse, estar atento al presente y ser útil a los demás”, asegura. Pero en estos tiempos egocéntricos, dos de esas premisas no las cumple casi nadie: conocerse a sí mismo y darse a los demás…
"Las tecnologías alteran espacio y tiempo: puedes contactar con alguien en cualquier lugar y circunstancia, cuando relacionarse con el otro necesita dedicar un tiempo y un espacio concretos; es paradójico: las redes sociales están destruyendo las relaciones sociales"
Respuesta. Por eso mi propuesta es modesta; ir ni que sea al bar de debajo de casa es una oportunidad de estar con los otros, puede parecer superficial, pero en cualquier caso es real; todas las propuestas de mi libro están vinculadas al movimiento, al ir hacia otras personas; en esos pequeños momentos nos sentimos existir, con los cinco sentidos; pero hay que saber darse cuenta.
P. Toda su obra, y en este libro también, destaca la importancia de las relaciones sociales, de que nos hacemos y cobramos sentido cuando nos relacionamos con los otros, pero encuestas en EEUU detectan ya que los jóvenes prefieren interactuar en la redes sociales que quedar físicamente. ¿Tenemos miedo a tratarnos cara a cara?
R. Es el gran mal de la redes, que están trastocando la naturaleza misma de la relación humana, alteran espacio y tiempo: puedes contactar con alguien en cualquier lugar y circunstancia, cuando relacionarse con el otro necesita dedicar un tiempo y un espacio concretos; es paradójico: las redes sociales están destruyendo las relaciones sociales; la gente debería detectar que no es suficiente lo que nos dan las redes. Y pasa también que provocan que los efectos de reconocimiento sean sustituidos por los efectos de conocimiento: vemos a un presentador de televisión como si lo conociéramos, pero sólo lo reconocemos; y eso pasa con todo y con todos.
Cada vez hay un número más reducido de personas que están en la vanguardia del saber real y demasiada gente que no sabe…, pero que cree saber
P. Pide en Las pequeñas alegrías recuperar la ilusión de las primeras veces, recuperar películas y libros, lo llama “tener el espíritu de Don Juan”, siempre con la ilusión seductora del primer día… Pero condiciones laborales precarias, ritmos de trabajo y producción cultural masiva no invitan al sosiego de la re visitación…
R. Por eso hablo de “pequeñas felicidades a pesar de todo”; el más alienado puede experimentar esos momentos de existir intensamente que propongo; pero sobre todo debe ser consciente de estarlos viviendo: no son momentos que nos vendrán por azar sino que hemos de saber que se están dando en ese momento, reconocerlos para que puedan permanecer con nosotros; si uno es consciente de ellos también son una promesa de futuro.
P. Incluye en la galería de placeres, el tararear y el silbar…
R. Hoy ya no se silba ni se canta; cuando era pequeño, lo oía constantemente en las calles, en las casas; era memoria histórica y nexo generacional, vinculabas el estribillo a algo de tu pasado…En cambio, en cafeterías, centros o instalaciones hoy no paran de sonar radios o hilos musicales; hoy no soportamos el silencio. ¿Miedo de estar con nosotros mismo? No, más bien es el sistema que quiere que estemos inmersos en el ruido, quizá para tenernos más en tensión; no sé; en cambio, el ruido, el volumen hace más difícil la creación; al cantar, tenemos la sensación de crear y de recrear.
P. También sorprende que reivindica la jubilación, generalmente leída como que el sistema ha decidido que ya no le sirves y te aparca…
R. Todo depende de qué hacemos con ella; quizá sea el gran momento de la verdad, de si tomas realmente las riendas del tiempo; hay pocos momentos en la vida que podemos empezar algo y lo hemos elegido nosotros; hacer lo que siempre quisiste: crear, viajar, mudarte, plasmar un sueño…
P. En 1992, al detectar los no lugares, los ubicó en extrarradios, aeropuertos… ¿No tiene la sensación de que se han trasladado ya al centro de las ciudades, todas iguales con las mismas megatiendas, un shopping donde sólo habla la tarjeta de crédito?
R. Yo iría más lejos: hoy se puede decir que el no lugar es el contexto de todo lugar posible. Estamos en el mundo con referencias que son totalmente artificiales, incluso en nuestra casa, el espacio más personal posible: sentados ante la tele, mirando a la vez el móvil, la tableta, con los auriculares… Estamos en un no lugar permanente; esos aparatos nos están colocando permanentemente en un no lugar. Llevamos el no lugar encima, con nosotros...
28 agosto 2017
La anarquia relacional
Hace relativamente poco
me llamaron para ver si me podían hacer una entrevista en un programa de
radio para hablar sobre no-monogamias. Bien, en realidad era para
hablar de poliamor (evidentemente era el único tipo de no-monogamia que
conocían) y fui yo quien intentó generalizar el tema a las
no-monogamias. Y es que yo no soy poliamorosa. Intentaré primero
introducirme para contextualizarme y contextualizar lo que voy a
explicar.
No soy monógama, pero tampoco soy
poliamorosa. Me identifico más bien con la anarquía relacional. No
entraré en definir ni explicar qué es la anarquía relacional, sino que
intentaré explicar qué implica esto para mí en mi vida y cómo construyo
mis relaciones. Yo no doy más peso ni importancia por defecto a las
relaciones "románticas y/o sexuales"; vaya, lo que normalmente llamamos
"relaciones de pareja" o cosas que se puedan parecer. Los grados de
importancia que doy a mis relaciones dependen mucho de cada una de
ellas, las cosas que comparta o no, etc; pero para mí, porque con una
persona no tenga un vínculo romántico ni sexual no hace que lo que
comparta con ella tenga menos valor (pueden ser proyectos de muchos
tipos, o la convivencia, o proyectos de activismo, de crianza, o
simplemente quedar para hablar y filosofar, para dormir juntas y
hacernos compañía y compartir afecto emocional y/o físico).
Todas las cosas que comparto con cada relación son para
mí de cierta importancia, y las intento tratar con cuidado y valor. Sí
que tengo relaciones más importantes que otras, pero no jerarquizo (no
pongo normas que afectan directamente a personas que no forman parte de
la relación sin que ellas no puedan participar en el proceso de toma de
decisiones). No quiere decir que trate a todas de la misma manera, no;
cada relación es diferente y tendrá sus tiempos de dedicación, esto
dependerá de lo que se comparta, de las personas que formen parte de la
relación y de lo que quieran. No tengo ninguna relación con la que
comparta todo lo que se suele compartir con una pareja, pero con muchas
de mis relaciones comparto algunas cosas que pueden ser "de pareja".
Pero esto no quiere decir que por defecto "sólo tenga amigas", que es
lo que suele pensar la gente, porque no creo que la etiqueta "amiga" por
defecto lleve en ella el valor que para mí toman las relaciones
(solamente hace falta que observemos el "sólo" que suele llevar la
palabra "amistad" casi siempre delante, como si de una cosa de menos
valor se tratara). Creo que el trato que se tiene con las amigas es
bastante poco cuidadoso, sin compromisos (o estos compromisos siempre
dependen de los compromisos con parejas, que siempre son más
importantes) y sin responsabilidad en la relación; podríamos decir que
una amiga es aquella de quien puedes pasar durante meses sin informarle
de tu "desaparición", mientras que en una pareja tienes que pasar por
todo un ritual de "ruptura" que roza la absurdidad.
Por lo tanto, yo no me muevo en ninguno de estos "polos" o "estados",
sino que intento establecer relaciones más conscientes con cada una de
las personas importantes que forman parte de mi vida, y con todas valoro
la comunicación, los compromisos, los cuidados, y un largo etcétera
(todo lo que a menudo sólo está reservado a las parejas en la mayoría de
discursos monógamos o poliamorosos).
(Natalia Wuwei Climent)
18 marzo 2017
Las palabras cadaver

“No creo que los novelistas, y las novelas que escriben, puedan ser útiles a la vida pública. Creo firmemente en su magnífica, maravillosa y libre inutilidad”.
“Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero, en cualquier caso, historias, cosas en las que no tiene nada que ver la cultura, sino solo la memoria y la fantasía. Este es mi oficio, y lo haré hasta mi muerte. Estoy muy contenta con este oficio y no lo cambiaría por nada del mundo. Comprendí que era mi oficio hace mucho tiempo. Entre los cinco y los diez años tenía dudas, y a veces imaginaba que podía pintar, a veces que conquistaría países a caballo y otras que inventaría nuevas máquinas muy importantes”.
“Entramos en la edad adulta cuando las palabras que se intercambian los adultos entre sí nos resultan inteligibles; inteligibles pero sin importancia para nosotros”.
“El lenguaje de las palabras-cadáver ha contribuido a crear una distancia insalvable entre el pensamiento vivo de la gente y la sociedad pública”.
Natalia Ginzburg
27 agosto 2016
Tenemos 30 años más de esperanza de vida que antes y todavía no existe una filosofía que dé soporte a este nuevo tiempo
Desgraciadamente las ideas juegan ahora un papel menos importante en nuestras sociedades. Lo que se impone es la parte material, y lo lamento mucho. Necesitamos personalidades capaces de ofrecer al mundo una nueva visión, sistema, filosofía, valores que el mundo sigue necesitando. Vivimos una época llena de información, donde todo va más rápido, pero la información no tiene nada que ver con el misterio de la vida humana. Solo ofrece una mirada superficial. La vida es mucho más compleja. O las redes sociales, por cierto, en las que casi todo son banalidades. Lo que a mí me interesa, e intento hacer con mi literatura documental, es hablar del espíritu de los sentimientos del ser humano. Y estos giran, en mi opinión, en torno al amor y la muerte.
Historias de hombres y mujeres que intentan ser felices y explican por qué no logran serlo. Está siendo muy complicado, porque a la gente le cuesta hablar más de sus sentimientos que de los hechos. En Rusia, las personas no consideran que su vida tenga interés. Aún estamos aprendiendo a construir la privacidad. El amor y la muerte son dos grandes misterios de la vida. Por ejemplo, respecto al envejecimiento, resulta que gozamos de 20 a 30 años más de esperanza de vida que antes y todavía no existe una filosofía que dé soporte a este extra, a este nuevo tiempo. Faltan ideas que cubran este nuevo periodo.
(Svetlana Alexievich)
14 abril 2016
Casares y el carterista
![]() |
(Carlos Casares Mouriño) |
.........el relato de aquel viaje a Madrid en coche, cuando se detiene y recoge a un autoestopista. Es un hombre afable y hablan cordialmente, hasta que un guardia de tráfico les da el alto. Han sobrepasado el límite de velocidad y les multa. Casares trata de evitarlo, recurriendo a todos sus recursos, pero el guardia se muestra insensible. Reanudan el viaje, pero la conversación ya ha perdido encanto. Cuando llegan a Madrid, Casares detiene su coche y sale a despedir a su acompañante. Este le agradece su generosidad y le entrega una tarjeta en la que, junto a su nombre, y en el lugar destinado a la profesión, aparece la palabra carterista. Casares se pone nervioso y no puede evitar llevarse la mano a su costado para comprobar si su cartera continúa en el bolsillo. Sí, continúa, pero el gesto no pasa desapercibido a su compañero. Él se da cuenta y trata de disculparse, pero este le dice que no tiene importancia. Es un carterista, como dice la tarjeta, pero jamás habría empleado sus habilidades con alguien como él. Es más, para demostrar que es cierto lo que le dice, quiere hacerle un regalo. Entonces se mete la mano en el bolso y le entrega a Casares, para su sorpresa, la libreta en que el guardia había anotado sus datos para multarlo.
04 marzo 2016
Pastillas contra la vida
“Si uno dejara de albergar esperanzas, se ahorraría un montón de decepciones”
“Tenemos que estar contentos con lo bien que vivimos, dice la gente,
la mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O
contra la depresión. O contra la vida”. (Últimas notas de Thomas F. para
la humanidad).
“Todo podía suceder. Y allí estaba, en la acera de enfrente, el viejo
profesor Storm, del instituto. «Felix», grité, pero estaba tan poco
acostumbrado a usar la voz que no me salió gran cosa. Nos separaba un
denso tráfico, y ni él ni yo nos atrevíamos a cruzar la calle, habría
sido estúpido perder la vida de pura alegría, cuando me había aguantado
sin ella durante tanto tiempo.”
25 febrero 2016
Escribo para escribirme yo
![]() |
(Mario Levrero) |
14 septiembre 2015
La perdida del paraiso y los nacionalismos
¿Por que se dice que México es un pais melancólico?
Porque el canon asumió que el mexicano es un ser melancólico. Pero no es una idea sólo mexicana. Forma parte de la definición de la identidad nacional en muchas partes del mundo. Está la melancolía de la pérdida de las colonias en la Generación del 98 en España, el spleen en Inglaterra, la saudade en Portugal. Es un concepto antiguo, por eso lo que caracteriza la melancolía de un portugués es lo mismo que caracteriza la de un mexicano, la misma sustancia negra de la nostalgia por un pasado perdido. Es la tristeza de la pérdida del paraíso original, algo que tienen en común todos los nacionalismos.
Una particularidad importante es que en la España medieval se asociaba la melancolía a la población judía. Pero donde se da un desarrollo enorme del concepto es en el Siglo de Oro. En las ciencias naturales, en la filosofía, en la literatura y de manera destacada en el Quijote de Cervantes. Posteriormente la Generación del 98 es una matriz de melancolía que influye en la literatura española y desde luego en los escritores mexicanos, en primer lugar Octavio Paz. Lo que para los del 98 fue la pérdida del Imperio, en la cultura mexicana es la pérdida del supuesto edén originario, el pasado prehispánico del que subsiste sólo la figura del indio triste.
¿Por qué ha insistido en la conexión de la modernidad con la melancolía?
Porque el canon asumió que el mexicano es un ser melancólico. Pero no es una idea sólo mexicana. Forma parte de la definición de la identidad nacional en muchas partes del mundo. Está la melancolía de la pérdida de las colonias en la Generación del 98 en España, el spleen en Inglaterra, la saudade en Portugal. Es un concepto antiguo, por eso lo que caracteriza la melancolía de un portugués es lo mismo que caracteriza la de un mexicano, la misma sustancia negra de la nostalgia por un pasado perdido. Es la tristeza de la pérdida del paraíso original, algo que tienen en común todos los nacionalismos.
Una particularidad importante es que en la España medieval se asociaba la melancolía a la población judía. Pero donde se da un desarrollo enorme del concepto es en el Siglo de Oro. En las ciencias naturales, en la filosofía, en la literatura y de manera destacada en el Quijote de Cervantes. Posteriormente la Generación del 98 es una matriz de melancolía que influye en la literatura española y desde luego en los escritores mexicanos, en primer lugar Octavio Paz. Lo que para los del 98 fue la pérdida del Imperio, en la cultura mexicana es la pérdida del supuesto edén originario, el pasado prehispánico del que subsiste sólo la figura del indio triste.
¿Por qué ha insistido en la conexión de la modernidad con la melancolía?
Tradicionalmente se ha pensado que la melancolía es un sentimiento antiguo, característico del romanticismo como queja ante el capitalismo. Pero si se examina bien es un sentimiento que está dentro de la modernidad. El propio Max Webber desarrolla la idea como parte del espíritu capitalista. La melancolía es exaltada desde los albores del capitalismo: Hamlet es el gran melancólico inglés. El capitalismo no llega sólo con un aura de modernidad que traerá la felicidad y a un hombre nuevo. También llega teñido de negruras y espíritu saturnino.
¿Y ahora la melancolía ha pasado de moda?
Ha adquirido tonalidades nuevas. Ya no se le llama melancolía sino síndrome bipolar o enfermedad maníaco-depresiva. Es la época del combate contra la depresión, de la expansión del sentimiento de soledad, que crece enormemente en los centros urbanos. Podemos decir, por ejemplo, que Estados Unidos desprecia el sentimiento de melancolía, pero al mismo tiempo reconoce su presencia en todos los polos de la sociedad. Yo creo que es un elemento central de su cultura.
¿Ha oído que las redes sociales van a disolver la identidad?
Lo he oído, pero no lo entiendo muy bien. La cultura de las redes implica una hiper-conectividad pero también una extrema soledad, la soledad de un individuo ante una pantalla, mucho más conectado que antes pero más solo que nunca.
(Roger Bartra)
¿Y ahora la melancolía ha pasado de moda?
Ha adquirido tonalidades nuevas. Ya no se le llama melancolía sino síndrome bipolar o enfermedad maníaco-depresiva. Es la época del combate contra la depresión, de la expansión del sentimiento de soledad, que crece enormemente en los centros urbanos. Podemos decir, por ejemplo, que Estados Unidos desprecia el sentimiento de melancolía, pero al mismo tiempo reconoce su presencia en todos los polos de la sociedad. Yo creo que es un elemento central de su cultura.
¿Ha oído que las redes sociales van a disolver la identidad?
Lo he oído, pero no lo entiendo muy bien. La cultura de las redes implica una hiper-conectividad pero también una extrema soledad, la soledad de un individuo ante una pantalla, mucho más conectado que antes pero más solo que nunca.
(Roger Bartra)
10 septiembre 2015
El azar y el orden. La pintura y la escritura
![]() |
(Pierre Klossowski) |
Ningún contenido de experiencia se puede nunca comunicar más que en virtud de rodadas conceptuales excavadas en los espíritus a través del código de los signos cotidianos. Y a la inversa, este código de signos cotidianos censura todo contenido de experiencia. Desenlace: la imagen, el estereotipo. El estereotipo tiene una función de interpretación ocultadora. Pero si se la acentúa hasta la desmesura, viene él mismo a operar la crítica de su interpretación ocultadora.
Nos encontramos aquí con el problema de lo arbitrario, del azar y de la necesidad. O sea, el problema del juego. Hay una necesidad de jugar. Pero al jugar se experimenta lo contrario. Si no hubiera contrario, no se podría jugar. Comenzamos a jugar porque creemos que hay un azar. Y después entramos en un orden del que no podemos escapar.
En el hombre, el origen de la creación es la necesidad de redimir su existencia. Se le ofrece una abundancia tal, que lo aplasta si no logra encontrar una réplica a esta riqueza agobiante. Así, busca constantemente crear el equivalente de esta riqueza.
09 septiembre 2015
La sopa a la misma hora
Se quedo solo, con su madre y su hermana mayor, Maria. Vivirá hasta su muerte en casa de su hermana, que le servirá la sopa siempre a la misma hora. Antes de dar a luz a Cesare y a Maria, la madre había tenido tres hijos, muertos cuando eran aún muy niños.
"No es verdad que la muerte nos llegue como si se tratara de una experiencia frente a la cual todos somos novicios... Todos antes de nacer ya estábamos muertos (El oficio de vivir)
En Turín, en agosto de 1950, Cesare Pavese se suicida. Tiene cuarenta y dos años.
"Sólo veo colinas y para mí, cercanas o alejadas, llenan el cielo y la tierra con sus costados dibujados con firmeza"
"Hemos nacido para vagar por estas colinas, sin mujeres y con las manos en la espalda".
08 septiembre 2015
Los boligrafos y Margaret Thatcher
En el centro de salud, en el mostrador donde te dan la citas, trabaja
una señora antipatiquísima, de color verde, baja, delgada, pero casi
gorda. Me cae de maravilla. Viste como Margaret Thatcher, se peina como
Margaret Thatcher, y tiene las mismas pulgas que Margaret Thatcher. No
puede decirse que no sea en algún sentido Margaret Thatcher. Nunca da
los buenos días, ni sonríe, ni te dice adiós. No le echaría una cuerda
si se estuviese ahogando. Definitivamente, se parece muchísimo a
Margaret Thatcher, de quien recuerdo que Christopher Hitchens decía que
era una mujer bastante sexy. La señora del centro de salud también es
sorprendentemente sexy, pese a su color, su estatura, su peso y a que no
tiene un pelo bonito, ni unas facciones sutiles, ni unos gestos
magnéticos. Pero es sexy, al menos en el sentido irreal que lo era
Thatcher.
Pese a ser una persona muy maleducada, a mí me resulta
terriblemente simpática. Simpática a más no poder. Y todo porque le pone
nombres a sus bolígrafos. Esa clase de ridiculez me fascina. Me parece
algo tan estúpido, que me gusta. No lo puedo evitar. Admiro a las
personas que bautizan los objetos, hasta los más insignificantes, como
unas tijeras o una linterna. Hace pocos supe que Thomas Edward Lawrence
(Lawrence de Arabia) tuvo siete motocicletas, y a todas ellas las llamó
George, en honor a su amigo George Bernard Shaw. Con George VII sufrió
un accidente y se mató. Final más bonito no se puede planear. Pero más
innovador que T.E. Lawrence fue David Herbert Richards Lawrence, el
autor de ‘El amante de Lady Chatterley’, novela que consagra momentos
irrepetibles, como cuando el autor bautiza los genitales de Constance y
Mellors como lady Jane y John Thomas.
Cuando voy a pedir cita, alguna mañana escucho cómo Margaret Thatcher
—vamos a llamarla así— le dice a su compañera: "Pásame a Tobías".
"Quién es Tobías?", le pregunta la chica de color beige, alta, gorda,
aunque casi delgada, que se sienta a su lado. "El boli rojo", le aclara
la señora antipatiquísima, con ese tono cansado que se te pone cuando
repites un millón de veces que Tobías es el puto boli rojo.
La gente desagradable, sin empatía con los demás, hacia los que experimenta un desprecio que no sabe disimular, me produce una enorme atracción y curiosidad, intensificada por el hecho de que a menudo trabaja en departamentos de atención al público, al que odia. Habitualmente son individuos de pocas palabras. Miran de soslayo, usan los silencios —cortos, medios, eternos— con gran propiedad, que solo quiebran con suspiros profundos. Muy profundos y oscuros. Evocan ciertas formas rotundas de la técnica, como un martillo o la bomba de Orsini. Ostentan un repertorio amplio de gestos. Si tienen que decir "sí", se limitan a asentir con la cabeza, como si negasen, en realidad. En cambio, si tienen que decir "no", prefieren decir "imposible", para abreviar. Tal vez tengan facilidad de palabra, pero nunca hacen uso de ella, por seguridad. Su punto fuerte es la mímica. No hay que meter una frase, según su filosofía, donde cabe un gesto.
Nunca ha visto a alguien que farfulle de modo tan atroz y poético como Margaret. "Pff", "buurrr", "ufff", "grr". En el fondo, hace haikus. Ella da por hecho que entiendes su idioma, con el que te dice, siguiendo el hastío de Marlene Dietrich, que "si pudieras marcharte ahora y volver hace diez años...". No sé por qué, pero a mí eso me encanta. Me hace reír. Me casaría con ella. Nunca me haría caso, y yo no tendría que devolvérselo. Es como el protagonista de ‘Chicago, año 30’, donde el abogado Thomas Farrell pone sus servicios a disposición de Rico Angelo, el gánster más poderoso de la ciudad. En un momento dado, el letrado le espeta a su cliente: "Me ocupo de tus negocios, Angelo. Incluso defiendo a tus hombres, pero me niego a comer contigo".
La gente desagradable, sin empatía con los demás, hacia los que experimenta un desprecio que no sabe disimular, me produce una enorme atracción y curiosidad, intensificada por el hecho de que a menudo trabaja en departamentos de atención al público, al que odia. Habitualmente son individuos de pocas palabras. Miran de soslayo, usan los silencios —cortos, medios, eternos— con gran propiedad, que solo quiebran con suspiros profundos. Muy profundos y oscuros. Evocan ciertas formas rotundas de la técnica, como un martillo o la bomba de Orsini. Ostentan un repertorio amplio de gestos. Si tienen que decir "sí", se limitan a asentir con la cabeza, como si negasen, en realidad. En cambio, si tienen que decir "no", prefieren decir "imposible", para abreviar. Tal vez tengan facilidad de palabra, pero nunca hacen uso de ella, por seguridad. Su punto fuerte es la mímica. No hay que meter una frase, según su filosofía, donde cabe un gesto.
Nunca ha visto a alguien que farfulle de modo tan atroz y poético como Margaret. "Pff", "buurrr", "ufff", "grr". En el fondo, hace haikus. Ella da por hecho que entiendes su idioma, con el que te dice, siguiendo el hastío de Marlene Dietrich, que "si pudieras marcharte ahora y volver hace diez años...". No sé por qué, pero a mí eso me encanta. Me hace reír. Me casaría con ella. Nunca me haría caso, y yo no tendría que devolvérselo. Es como el protagonista de ‘Chicago, año 30’, donde el abogado Thomas Farrell pone sus servicios a disposición de Rico Angelo, el gánster más poderoso de la ciudad. En un momento dado, el letrado le espeta a su cliente: "Me ocupo de tus negocios, Angelo. Incluso defiendo a tus hombres, pero me niego a comer contigo".
07 mayo 2015
La literatura y el horror de lo real
![]() |
Ricardo Piglia |
"Los grandes relatos de Borges giran sobre la incertidumbre del recuerdo personal,
sobre la vida perdida y la experiencia artificial. La clave de este
universo paranoico no es la amnesia y el olvido sino la manipulación de
la memoria y de la identidad. Tenemos la sensación de habernos
extraviado en una red que remite a un centro cuya sola arquitectura es
malvada.
La función del Estado como aparato de vigilancia, la función de lo que suele llamarse la inteligencia del Estado, es la de inventar y construir una memoria incierta y una experiencia impersonal.
El héroe vive en la pura representación, sin nada personal, sin identidad. Héroe es el que se pliega al estereotipo, el que se inventa una memoria artificial y una vida falsa. La cultura de masas
(o mejor seria decir la política de masas) ha sido vista con toda
claridad por Borges como una maquina de producir recuerdos falsos y
experiencias impersonales. Todos sienten lo mismo y recuerdan lo mismo y
lo que sienten y recuerdan no es lo que han vivido.
La practica arcaica y solitaria de la literatura es la réplica (seria mejor decir el universo paralelo) que Borges erige para olvidar el horror
de lo real. La literatura reproduce las formas y los dilemas de este
mundo estereotipado, pero en otro registro, otra dimensión, como en un
sueño.
La
lectura es el arte de construir una memoria personal a partir de
experiencias y recuerdos ajenos. Las escenas de los libros leídos
vuelven como recuerdos privados. "
16 marzo 2015
El bienestar me deja para el arrastre
Sin embargo, existen personas que ni siquiera necesitan que el mejor
momento de la jornada les proporcione felicidad. Creo que estoy entre
ellas. Es como si el bienestar nos dejase para el arrastre. Oscar
Levant, que en sus espectáculos tendía a declarar su desafecto hacia
cualquier forma de felicidad, afirmaba que para evitarla, un día decidió
darle la espalda al alcohol. “Yo no bebo. No me gusta. Me hace sentir
bien”, decía.
28 noviembre 2014
La naturaleza siempre intenta matarme
En América todo el mundo quiere ser famoso, es una enfermedad típicamente americana. Ya no se distingue la diferencia entre ser alguien destacado o simplemente famoso. Mi madre decía que mi nombre nunca debía aparecer en un periódico, con tres excepciones, 'la noticia de tu nacimiento, la de tu boda y tu esquela funeraria'. En Estados Unidos creen que todos tus problemas se resuelven cuando eres famoso, pero lo único que haces es adquirir otros problemas, que por otro lado no me parecen tan graves. Detesto a las estrellas que se quejan como si tuvieran que bajar a una mina todos los días, como el que cada día se despierta y tiene que acudir a un trabajo que detesta. Tengo poca paciencia con las celebridades quejicas, '¡ay, fotos no, por favor!'. Entonces, ¿para qué te hiciste actriz, querida? Es parte del trabajo.
Ambos coincidimos en que el fallo de Gran Hermano son sus protagonistas, personas que no consiguen captar nuestra atención. "La vida de esas personas no me interesa lo más mínimo. Es como un mal casting para una película. Es muy warholiano. Warhol lo hizo primero, enchufar una cámara sobre alguien que duerme, como un documental dramatizado. Así que a mí ya no me puede interesar, y me sorprende que todo el mundo esté pendiente de ver cómo un tío se afeita. Es un ejercicio de voyeurismo para la gente de clase media que nunca ha tenido la oportunidad de ver una película de Warhol. Visto así, no está tan mal".
“Lo que más miedo da es quedarse en casa y no salir a ver lo que hay fuera. Eso sí que es algo que hay que temer”.
"No, nunca estoy aburrido. Mientras pueda observar a los seres humanos nunca me aburriré. Cuando era joven me gustaba hacer dedo y me planteé cuál sería la diferencia en hacerlo a esta edad. Y hay muchas. Una es que nadie intenta tener sexo contigo. Cuando tienes 19 años todos quieren. Otra es que ya no hay autoestopistas. La gente tiene miedo por los asesinos en serie, las películas de terror.
“Estoy muy bien aquí. Nunca he tenido un trabajo real. Lo único que hice fue trabajar en una librería, y ya casi no quedan. Para mí el éxito es poder comprar cualquier libro sin mirar el precio y no tener que estar rodeado de gilipollas. Eso es ser rico. No tiene nada que ver con el dinero”.
"Nada es seguro. Si te quedas en casa un avión puede estrellarse contra ella. Un amigo mío se cayó del tejado esta semana haciendo un trabajo. La naturaleza conspira para matarte desde que naces. La gente dice que ama la naturaleza. Yo no, siempre intenta matarme.
(John Waters)
19 noviembre 2014
Cambiar todo el tiempo para permanecer igual

El amor es percibido como patológico si es muy intenso. Hoy lo normal es ser promiscuo. Hasta tal punto estamos obsesionados con la idea moderna de hacer cosas, de ser dinámicos. Pero yo soy un romántico.
¿Conoce usted Islandia? ¡Oh! Es el país donde querría vivir. No parece de este mundo, no hay árboles, ni hierba siquiera, es como otro planeta, como si Dios no hubiera terminado allí la creación.
Alain Badiou dice algo bonito, ‘el siglo XX ha muerto, la izquierda debe comenzar otra vez’. Ya no tenemos que enfrentarnos a esa dicotomía izquierda y derecha. El modelo del siglo XX ya no sirve. Ya no se trata de reinventar la socialdemocracia y su Estado de Bienestar, eso ya no funciona. No sabemos qué es lo que nos salvará pero que hay que trabajar en diferentes sentidos para buscarlo, y no hablo de utopías. Porque el liberalismo como tal está perdiendo Europa, y solo hay dos alternativas, una Europa autoritaria o inventar algo nuevo”.
"En el capitalismo, las cosas tienen que cambiar todo el tiempo para permanecer igual”. Lo anómalo no existe y, lo que es peor, no lo esperemos.
18 noviembre 2014
La ficcion de la certidumbre
![]() |
Carlos Labbe |
Este libro (piezas secretas contra el mundo) busca que quien lo lea desmonte una ficción, la de la
certidumbre; aquí la posibilidad permanente es lo incomprensible porque eso debe
ser la literatura, lucha contra los órdenes impuestos al
lenguaje, propuesta de otras narrativas más integradoras.
¿Por qué esa forma nervada de escritura, tanta vuelta hasta llegar al
núcleo, hasta dar con el hueso? Me gusta pensar el revés de una
escritura convencional como algo nervado como si
pudiéramos dar vuelta cualquier ficción que un narrador jerarquiza en
principio, medio y fin y, al hacerlo, aparecieran los nervios
palpitantes, las arterias y más abajo el esqueleto. Pero todo eso está mezclado, es cochino, no puedes mirarlo sin mancharte. Eso quiero leer: un cuerpo.
¿Cómo eliminar el realismo jerárquico, estereotipado y ‘reductivo’ de
las ficciones que fundan las narrativas de instituciones como jardines
de infantes, escuelas y universidades.?
Dos espejismos, dos quimeras de múltiples cabezas: la filosofía buscando la experiencia del lenguaje y la novela el lenguaje de la
experiencia”
¿Por qué organizar entonces la narración como si fuera un método de
investigación científica?
Para que en la lectura uno se dé cuenta de
que la ciencia, como todo conocimiento arrogante, es nada más una
ficción aplicada. ¿Qué pasaría si dejáramos de creerle
masivamente a la estadística, la economía o la medicina
occidentales?.
¿Y qué juego le permite el videojuego en la novela?
Pensar las
narrativas que nos gobiernan la cabeza, nos reglamentan el cuerpo, nos
señalan qué sentir, hacia dónde ir y hacia qué página avanzar. La
posibilidad de ese juego es para lo cual existen aún los libros
literarios, los artefactos estéticos. Un trance que no promete necesariamente revelaciones o efectos
placenteros: la confusión, el abrumarse, la desesperanza y el
aburrimiento son experiencias comunes que podríamos ocupar para la
búsqueda crítica y productiva que es la literatura.
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