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25 octubre 2010

El totalitarismo de la indiferencia

..........................ya se ha acabado la "vacación posmoderna" y hay que volver al pensamiento como una forma de praxis, "el pensamiento es acción". Hay que romper de alguna forma con el temor a la razón que se derivaba del fracaso de los experimentos de ingeniería social utópica heredados del siglo XX. El absentismo de la razón, la dejación del espíritu crítico y la afirmación de lo existente como lo único posible, ha provocado al final el asentamiento de un mundo en el que la política ha dado paso a la hegemonía del mercado, con la consiguiente mercantilización absoluta de la sociedad y la disolución de la democracia en puro individualismo. "El poder económico se ha hecho con la totalidad normativa del escenario". Sin noción de bien común "la política se convierte en un bien de consumo más". Y esta omnipresencia del consumo produce una insatisfacción generalizada y la ruptura de todo vínculo social. Lo malo de todo ello es que no se atisban puntos de resistencia. La indignación que siempre había acompañado a la contemplación del abuso de poder y la injusticia ha devenido hoy en puraindiferencia, en un totalitarismo de la indiferencia.

09 marzo 2009

Somos felices mientras no perdamos la esperanza de llegar a ser felices

(Imagen de David Febland)
En una sociedad de compradores y una vida de compras, somos felices mientras no perdamos la esperanza de llegar a ser felices; estamos asegurados contra la infelicidad siempre que podamos mantener esta esperanza. Así, la llave de la felicidad y el antídoto contra la amargura consiste en mantener viva la esperanza de llegar a ser felices. Sin embargo, solo puede mantenerse viva si se cumple la condición de una rápida sucesión de nuevas oportunidades y nuevos comienzos, y con la perspectiva de una cadena infinita de nuevos comienzos. Esta condición se consigue dividiendo la vida en episodios, es decir, en espacios de tiempo preferiblemente cerrados e independientes, cada uno con su propio guión, sus propios personajes y su propio final. Este último requisito, el final, se cumple si se supone que los personajes implicados en el curso del episodio sólo aparecen mientras dura, sin compromiso alguno de ser admitidos en el siguiente. Como cada episodio tiene su propio guión, cada uno requiere su propio casting. Cualquier compromiso indefinido o interminable limitaría gravemente la cantidad de guiones disponibles para los episodios sucesivos.

(Zygmunt Bauman)

05 marzo 2006

En alguna tienda espera la cura de nuestros males

"Diría que el impacto más pernicioso del mercado de consumidores es la promesa de que, en alguna tienda, espera la cura para todos los males que cada uno de nosotros pueda padecer, con lo cual, siempre se acabará encontrando dicha cura se si busca con la suficiente seriedad y dedicación. Los efectos de esta promesa son de tres tipos, cada uno de ellos letal.

El primero es la , la negligencia en el aprendizaje de la destreza para discutir y negociar con otros las formas de salir de los aprietos que se puedan presentar, así como la creencia de que dicha destreza no es realmente necesaria, ya que la solución a un problema determinado se puede adquirir mas barata y con menos esfuerzo la próxima vez que se salga de compras.

El segundo es la conclusión de que el lidiar con los problemas de la vida es una cuestión solitaria, como el consumo, y que llevarla a cabo en cooperación con otros no mejora significativamente su efectividad.

El tercer efecto consiste, por así decirlo, en sustituir la curación de la enfermedad por la lucha contra los síntomas: por agudo y astuto que sea el tendero, no encontrarás en las tiendas el remedio para las causas sociales de tus problemas, sino únicamente las recetas para suavizar las pruebas y tribulaciones causadas (o meramente para olvidar la molestia por el tiempo invertido en la obtención de las recetas y todos los dispositivos que se les asocian). El ascenso del consumidor es la caída del ciudadano. Cuanto más hábil y capaz es el consumidor, más inepto es el ciudadano. " (Z. Baumann)