27 abril 2019

La privacidad ha sido abolida


Podemos llegar a cualquier punto del mundo, pero, más importante aún, desde cualquier punto podemos ser alcanzados. La privacidad y sus posibilidades son abolidas. La atención es cercada por todas partes. No silencio sino ruido ininterrumpido, no el desierto rojo, sino un espacio cognitivo sobrecargado con incentivos nerviosos para actuar: esta es la alienación de nuestro tiempo...

El capital ha logrado superar el dualismo del cuerpo y el alma estableciendo una fuerza de trabajo en la que todo lo que queremos decir con el alma —lenguaje, creatividad, afectos— es movilizado para su propio beneficio. La producción industrial puso a trabajar los cuerpos, los músculos y los brazos. Ahora, en la esfera de la tecnología digital y la cibercultura, la explotación involucra la mente, el lenguaje y las emociones con el fin de generar valor, mientras nuestros cuerpos desaparecen frente a la pantalla.

En el paisaje filosófico de las décadas de 1960 y 1970, el concepto hegeliano de la alienación fue utilizado para definir la captura de la subjetividad. El extrañamiento de los trabajadores de su labor, la sensación de alienación que experimentaron, y su negación a someterse a ello se convirtieron en las bases para una comunidad humana que permaneció autónoma del capital. Pero hoy una nueva condición de alienación se ha arraigado en la cual los trabajadores común y voluntariamente trabajan horas extras, la población está atada a sus teléfonos celulares, la deuda se ha convertido en una forma post-moderna de la esclavitud, y los antidepresivos son comúnmente usados para cumplir con la incesante presión de la producción. Las condiciones para la comunidad han encallado y nuevas categorías filosóficas son necesarias.


26 abril 2019

El mito de nosotros mismos

Dennis Lehane
“Uno de mis personajes decía: ‘La felicidad no nos enseña nada, solo que nos gusta ser felices”, razona Lehane. “Las cosas que recuerdas en la vida, las que te hacen quien eres, normalmente no son las buenas. Nadie se acuerda de que tuvo una fiesta de cumpleaños estupenda. Esa no suele ser la historia. La historia es que pasé de largo en un accidente. La historia es que he perdido a mi padre. Eso es lo que te hace quien eres.

El cine y la televisión han acabado por definir nuestras fantasías, opina, y la forma en que nos vemos a nosotros mismos. “Creo que es algo muy particular de la segunda mitad del siglo XX y el XXI. Una vez que el cine y la televisión se nos meten en la sangre, vivimos rodeados de mitos todo el rato, incluido el mito de nosotros mismos. Ya no sabemos lo que es la realidad. La realidad está formada por la televisión y el cine, por la exposición constante a la ficción. Yo soy un proveedor, soy uno de los camellos de esas drogas”. La fantasía ya solo evoca imágenes que han sido manufacturadas por otros. “No creo que podamos sentir lo mismo que a mediados del XIX, cuando tu vida era básicamente tu mujer. No obtenías conocimiento de ningún sitio a no ser que leyeras libros, y la mayoría del mundo era analfabeta, así que solo veían lo que estaba delante de ellos. Ahora esa gente nos miraría y se preguntaría en qué planeta vivimos, porque todos vivimos en fantasía en cierta forma”.

La ciudad solitaria (10)


La soledad buscada hace que me vaya aposentando en la "limpieza" del lenguaje, que suena a pureza, ascetismo y cosas parecidas, el quitar las manchas, la lejía del lenguaje. La limpieza esta muy cercana al silencio porque para evitar ensuciarse lo mejor es no comer, no arriesgar con la masticación, los sabores y la seda dental.

No es un síntoma de ningún estado místico en el que capte mi "voz interior" o algo así, y tampoco acabo de hacer un stage de mindfulness, solo intento no empujar al destino ,con la palabra, en mala dirección.
La función del lenguaje es comunicar, hacer común lo que por definición no lo es, lo único, “lo raro”, decía Nietzsche. Por eso es imposible. 

Extenuamos las palabras, intentando limpiarlas de contaminación y significados que descontextualizan todo lo que se intenta decir.  

Por eso a partir de ahora intentare hablar para mantener el cerebro y el centro del lenguaje activo, sin que importe lo que diga pero cuando necesite "hablar" las palabras serán "justas", "exactas", "precisas". No desechables.

Hay personas, casi todas mujeres, que me gustan cuando hablan para entrenarse, para no decir nada, para evitar decir nada, pero cuando hablan para "hablar" aterrorizan con su precisión. Se hacen las despistadas para evitar decir lo que no quieren decir, o mas bien no quieren que se note lo que quieren decir. Lo malo de los paranoicos es que la botella esta siempre medio vacía, y leo en sus espejos, en sus silencios,  en la otra cara de lo que no dicen.

Miedo me dan, pero les agradezco que no me dejen caer en la estupidez, aunque a veces el entrenamiento obligue a un esfuerzo "sobrehumano". Jamas les pido que sean sinceras, quiero seguir con mi autoengaño. Pero no pueden evitarlo. 

El unico Haiku, aunque no respete la forma, se produce en la panaderia: 
Una barra....
De que tipo?
Gallega.....
Tostada......
Me da igual....
Gracias
Que tenga buen dia.

La expresión justa...... sin añadidos..... real_food...... la vida sin paliativos....

La soledad hace que escuche el ruido del ascensor..... Suben o Bajan?

(Evaristo Cienpozuelos)

23 abril 2019

La filosofia y las plantas

Santiago Beruete

“No podemos crecer sin cortar las raíces. Una persona debe permanecer hasta cierto punto inadaptada para mantenerse sana: escudarse en el grupo para no hacerse cargo de uno mismo es la peor traición que uno puede cometer contra sí mismo”.

"Veneramos la naturaleza, pero estamos en guerra con ella. Entendemos que el crecimiento no puede ser ilimitado, pero no renunciamos a las comodidades. Somos naturaleza, pero también su peor amenaza."

Los humanos necesitamos arraigar y desarraigarnos a la vez. ¿Podemos tener una relación con la naturaleza que no sea paradójica? El relato fundacional de nuestra civilización son dos personas expulsadas de un paraíso natural. Luego empieza la revolución agraria, el gran avance que cada vez se tiene más claro que se produjo porque se había acabado todo lo demás, porque depredaron las otras fuentes de sustento. Es la historia de nuestra especie: somos depredadores.

La autosuficiencia se considera un atributo de sabios. En Oriente y en Occidente. Lo dice Platon:  sabio es el que menos necesita.

Usted decidió en determinado momento no hacer más que lo que produce gozo. ¿Tiene ese nivel de satisfacción en todos los ámbitos? “Ninguna relación que dure lo suficiente escapa a la decepción”. La decepción está en la vida. O la vives, o te pierdes algo. Hay que vivir sin demasiado temor pero sin esperanza porque las expectativas son el germen de nuestro malestar. Vivir decepcionado no está mal, ¿por qué tenemos que vivir entusiasmados? El entusiasmo colectivo me pone de los nervios.

¿La clave de la vida es la dosis? Y el mantenimiento. Plantar un jardín es fácil, mantenerlo exige constancia.

En Verdolatría reta al lector: “La categoría moral e intelectual de una persona puede medirse por cuánta verdad es capaz de soportar”. Si esa frase da miedo, urge preguntarse por qué. Desarrollamos las mentiras para seguir creyendo en la realidad. De adolescente, un profesor me ayudó a soportar verdades que me costaba admitir. Me dijo que todo mi dolor sería un antídoto para crisis en el futuro.

¿Por qué se mete en el berenjenal del autoconocimiento? La escritura tiene que ser valiente. A mis alumnos [de segundo de bachillerato] les hablo de Antístenes, un discípulo de Sócrates. Siendo anciano le preguntaron qué había aprendido de la filosofía y respondió que a hablar consigo mismo. Conócete a ti mismo. La sabiduría empieza ahí. Pero hoy el diálogo, con uno mismo y con los otros, es cada vez más difícil.

¿La búsqueda del conocimiento conduce a un jardín o parte de él? El jardín está al principio y al final. El budismo lo dice: quien cuida un jardín está cuidándose él.

¿El conocimiento conduce siempre a la buena vida? Creo que la bondad es un atributo de la inteligencia. Vivimos en una sociedad que asocia bondad a falta de carácter. Pero las mejores personas son sabias. 
Howard Gardnerestudioso de las inteligencias múltiples, dice que nadie llega a ser excelente en un campo profesional sin ser bueno.

¿Se puede alcanzar sin dolor? ¿Qué entendemos por dolor? La jardinería tiene mucho de dolor grato. Pero creo que la tormenta interna es un peaje que hay que pagar. Verte a la intemperie, estar desasistido y cuestionarte enteramente es un aprendizaje que solo puede hacer uno mismo. Hablo de quedarte sin cobijo ante tus mentiras, tus justificaciones, todo aquello que te ayuda a vivir.

¿La mayoría de las personas nos autoengañamos?Cuestionarse de veras es un camino sin vuelta atrás. Una vez uno abandona sus seguridades y no se miente, ya no puede actuar de otra manera. La distorsión entre nuestros autoengaños y la realidad causa mucho dolor. La mayoría de las personas escuchan solo lo que quieren oír. Buscan refuerzo, no duda.

¿No ver la realidad es una decisión personal o un mal global? Los males comienzan cuando dejamos de pensar para creer en las ideas. Estamos más dispuestos a creer en la verdad que a buscarla. Yo estoy en una fase en la que lo que me interesa es buscarla. La verdad es siempre algo personal. Eso desactiva la maldad implícita en todas las creencias colectivas. En clase aprendemos a atrevernos a mirar la realidad.

¿Qué alienta nuestra ceguera? Casi todo lo que nos rodea. Tenemos muy poca tolerancia a la incertidumbre y una asombrosa tolerancia a la mentira. Hemos metabolizado ese engaño consentido.

¿El reencuentro con uno mismo, la reconexión vital, se da mejor en un paisaje natural? Creo que sí, y lo digo tras criticar las terapias alternativas. La razón es que las plantas son tan extrañas y tan familiares que no hemos desarrollado prejuicios intelectuales. Son un ser vivo y nos exigen cuidado: si no las riegas o te pasas de agua, las matas. Pero tienen mucha resistencia y por eso nos permiten un diálogo menos exigente. De las plantas viene todo lo que necesitamos y ninguna amenaza.

¿Qué nos falta como sociedad? Individualmente, paciencia, constancia, tenacidad y esperanza.

¿Qué le ha costado más conseguir? Yo era extraordinariamente impaciente. Y vivía en una insatisfacción permanente. Hoy creo que esto es lo que hay, y con lo que hay, hay que hacer magia.

¿El mal de nuestro siglo es la insatisfacción?Tenemos expectativas que no se pueden cumplir porque el propio mundo está organizado para que no se cumplan. Eso genera ansiedad. Nos lleva a ser individualistas. Nos convierte en consumidores. El contacto con la naturaleza rompe ese ciclo porque tiene otro ritmo. Mucho de lo que consideramos avances pasa por romper ese ritmo de la naturaleza: llevar agua donde no la hay, construir sobre el agua. Que queramos imponer nuestro criterio al de la naturaleza nos define. Hoy, o nos cargamos la naturaleza, o la idealizamos.

“Acumulamos y acumulamos para llegar al vacío”. Es el mal de nuestra época. Enseñamos a los chicos a esforzarse para alcanzar cierto estatus y una buena vida, y ¿cuál es nuestra idea de una buena vida? Un jardín hace lo contrario: va soltando y soltando. He visto mucha riqueza acumulada y grandes vacíos emocionales. El camino de acumular no tiene fin y no lleva a ninguna parte: solo a desconectar de la realidad y de ti mismo. Los ricos tienen el gran privilegio de poder mentirse más que los demás sin que nadie les contradiga las mentiras. El jardín enseña otra vía porque, si le das demasiado, lo matas. 

15 abril 2019

Los restaurantes de tempura y el haiku

Los restaurantes de tempura se clasifican según el grado de desgaste del aceite que empleen: en los mas costosos se emplea el aceite nuevo, que, una vez usado, es revendido a otro restaurante mas mediocre, y así sucesivamente; no es el alimento lo que se compra, ni tan siquiera frescura (aún menos la calidad del local o del servicio), sino la virginidad de su cocción.

La brevedad del haiku no es formal; el haiku no es un pensamiento rico reducido a una forma breve, sino un acontecimiento breve que encuentra de golpe su forma justa. La justedad del haiku (que de ningún modo es pintura exacta de lo real, sino adecuación del significante y del significado, supresión de los margenes, rebosamientos o intersticios que de ordinario exceden o perforan la relación semántica.)

La negación del "desarrollo" es aquí radical, pues no se trata de detener el lenguaje sobre un silencio pesado, pleno, profundo, ni tampoco sobre un del alma que se abriría a la comunicación divina (el Zen carece de Dios); lo que está establecido no debe desarrollarse ni en el discurso ni al final del discurso; lo que está establecido es mate, y lo único que se puede hacer es repetirlo; es esto lo que se le recomienda a un practicante que trabaja un koan (o anécdota que le es propuesta por su maestro): no resolverlo, como si tuviera un sentido, tampoco que perciba su absurdo (que es también un sentido) sino rumiarlo "hasta que la muela caiga". El Zen, del que el haiku no es más que la rama literaria, aparece así como una inmensa práctica destinada a detener el lenguaje, a quebrantar esa suerte de radiofonía interior que emite continuamente dentro de nosotros hasta en nuestro sueño (quizás por eso se impide a los practicantes dormir), a vaciar, a pasmar, a desecar la palabrería incoercible del alma;

El arte occidental transforma la "impresión en descripción. El haiku nunca describe: su arte es contradescriptivo en la medida en que todo estado de la cosa es inmediatamente, obstinadamente, victoriosamente convertido en una esencial frágil de aparición: momento literalmente "insostenible", en el que la cosa, que no es ya sino lenguaje, va a devenir habla, va a pasar de un lenguaje al otro y se constituye como recuerdo de ese futuro que es, por lo mismo, anterior

12 abril 2019

Rememorar el Futuro


"Tuve una novia para la que el momento presente, apenas vivido, se convertía en pasado. Instantáneamente, todo lo que acontecía había acontecido ya y provocaba en ella un sentimiento inmediato de amarga nostalgia. Siempre decía: "¿Te acuerdas de...?", refiriéndose al día que acababa de concluir. Me agobiaban sus evocaciones del pasado abrasador o del presente abrasado. Nos separamos. Y volvimos a vernos. Y, una vez más, el tiempo de vivir dejaba de vivir. La única solución: olvidar cualquier recuerdo y rememorar el futuro. "
(Frederic Pajak: Manifiesto incierto 2)

10 abril 2019

La ciudad solitaria (9)



Alfredo, mi "único" amigo, me habla a veces de su ex-mujer. Es viudo y pertenece a esa clase de personas que corporalizan el duelo. Ya no cuenta chistes, no mira a otras mujeres por la calle y todos los momentos del día están asociados a la presencia de "ella".

Probablemente uno se casa con la persona que lo protege de sus miedos y nuestra generación de hombres, casi de posguerra, cargábamos con los miedos sociales de nuestros padres: Teníamos que ser apolíticos, muchos fusilados cercanos habían pagado su sinceridad. No mostrarnos demasiado, una mentira continua, protectora. Amortiguar los sentimientos, cierto pragmatismo emocional. Evitar la ambigüedad sexual, nada de mariconeos, ......

El no dice todo esto, se trasluce en sus "medidas" palabras. Una relación razonable, educada, correcta, noble........ todas esos adjetivos que encubren, bajo la apariencia de ternura, el aburrimiento mas profundo.

Solo sonríe al hablar del noviazgo y la pasión, "pecadillos de juventud". Aquí estoy a punto de irme a casa, el olor a incienso comienza a ahogarme.

Me pregunta, repentinamente, con curiosidad, sobre mi relación con las mujeres. En realidad tengo malos antecedentes, siempre me han dejado, nunca me he casado ni he vivido mucho tiempo con ninguna. Las mujeres que me han gustado, mujeres Mercurio, inaprensibles, sacan, defensivamente, mis peores cualidades, la posesión, la búsqueda compulsiva de estabilidad, el miedo, la impaciencia........ 

No se como contárselo........ le hablo de falta de tiempo...... en mi trabajo he tenido que viajar mucho.......... yo no quería hijos.......... Esas chorradas organizativas que no explican nada pero lo justifican todo. Al final las palabras "proyecto conjunto", intentan resumirlo........

Sonríe comprensivamente, me "entiende", incluso noto cierta conmiseración........ La modernidad y las categorías lo invaden todo. Vaya miseria........ Lo malo es que no puedo beber alcohol. 
(Evaristo Cienpozuelos)

09 abril 2019

La conversación y la poesia

Jaime Gil de Biedma
".... gran parte de la poesía moderna, y desde luego también la mía, consiste en la búsqueda de una identidad. Y llega un momento que, en mi caso, esa identidad es reconocida y asumida; finalmente me reconozco en una identidad, después de muchos años creándola a través de mis poemas."

"Ahora bien, escribir poesía, es por encima de todo, imaginación, lo cual implica cierto distanciamiento. En el instante en que una identidad inventada es de verdad asumida, el ciclo se cierra. Es decir, uno de los motivos por los que no escribo poesía es porque el personaje de Jaime Gil de Biedma que yo invente y logre asumir ya no me lo puedo imaginar"

"Era incapaz de imaginarme como personaje porque el personaje ya estaba asumido. Entonces imagine que el personaje Jaime Gil de Biedma en lugar de tener cincuenta años tenia setenta y cinco...
------ Humm... Imaginarse viejo
-------Pasar directamente a la vejez  porque siempre he pensado que las únicas edades que en la vida tienen argumento son la infancia, la adolescencia, la juventud y la vejez; la edad madura es una tierra de nadie donde a uno no le pasa nada intimo que no sean dolores de cabeza; la vida, paradojicamente, se te acorta de una forma alarmante porque te pasas el día angustiado por el miedo a morir. "

"no aspiraba tanto a ser poeta como a ser poema, a leerse como si uno fuera el poema y el poeta fuera otro. A lo que aspira uno cuando escribe, inicialmente y de modo inconsciente es a leerse a si mismo . Uno empieza a escribir para si mismo, a leerse a si mismo como si fuera otro."

"la conversación, estéticamente, es algo mucho mas importante que la poesía. Lo que me sigue fascinando, de lo que sigo teniendo ganas es de hablar, de hablar con intenciones estéticas, creando efectos, por divertirme y divertir a los demás. La palabra como hecho estético es algo previo y fundamental para la literatura escrita. Donde no se habla bien es difícil que se escriba bien. Y hablar bien significa hablar de una manera divertida, inteligente, coherente y que produzca un efecto estético en los oyentes. Un placer en el hablante."

(Jaime Gil de Biedma. Entrevista de Arcadi Espada y Ramón Santiago en 1981. En el libro "Jaime Gil de Biedma Conversaciones. Editorial El Aleph 2002)

La vida y otra cosa


"La afinidad más profunda entre Hopper y el cine se cifra en la configuración del tiempo psicológico. Hopper es un maestro en la creación de situaciones donde no sucede nada todavía"

"Hopper nos fascina porque lo que la mayoría del publico busca en la pintura, como en la novela y en el cine, es precisamente eso, un mundo, un espacio habitable, una ventana a través de la cual asomarnos a otras vidas, y la posibilidad de vivir esas vidas imaginariamente y la esperanza de que finalmente nuestra propia existencia, con todo su grisura, se convierta súbitamente en otra cosa" (Guillermo Solana)


Los noticiarios como expectativa.......................?

06 abril 2019

La ciudad solitaria (8)


Estructuramos la vida con parámetros literarios o cinematográficos, secuenciales, desenlace y final,como dice Zizej en su documental sobre el terror, y asociamos los niveles de la mente y los pisos en las casas. Todo lo horrible sucede en la bodega, esa zona oscura, bajo tierra, sin apenas luz y donde se guardan los secretos, antiguallas y demás pasados que ocultan las familias de bien (otro artefacto cinematográfico). 
En mi vida todo ha sido demasiado normal, no he sido seducido por la criada ni he acudido a casas de citas para iniciarme en el sexo.  Los curas no me metieron mano, no fui a una escuela religiosa. He padecido, mas bien, cierto aburrimiento y desidia y no soporto la prolijidad y la repetición. Que hacer con todo esto?. No tengo material literario que exponer. No he vivido la guerra civil directamente, uno de los almacenes de historias mas utilizados. 
Ya, dada mi soledad, solo vivo de recuerdos, pero tampoco son interesantes, son los recuerdos de un gestor, hechos realizados y poco mas. 
Ayer, acuciado por la vigilancia, tuve que salir de casa. Me obligue a quedar con Alfredo, el único conocido asequible para quedar. Alfredo esta jubilado, como yo, y compartimos tareas en el banco de alimentos. Es silencioso, habla poco, pero es un silencio cómodo, te enfrenta a la realidad de que nadie tiene nada importante que decir, solo banalidades para evadir la estulticia que nos rodea.
Es un silencio a veces retador y a presión, como si en cualquier momento fuera a abrir las compuertas. Solo narra, no genera ninguna idea nueva, es como un libro de instrucciones. 
Por mi parte soy incapaz de narrar, no me interesan los libros de instrucciones, y apago mi sufrimiento intentando aplastar con mis palabras escasas cualquier brizna de sufrimiento en las palabras de los demás. Nos llevamos bien. No me interesa lo que dice ni lo que hace pero estamos bastante cercanos....... misterios de la vida.......... 
(Evaristo Cienpozuelos)

02 abril 2019

La identidad y el desconcierto


Según Fukuyama existe una necesidad de la gente de pertenecer a entidades lo suficientemente pequeñas como para percibirlas como tales. La reivindicación de las identidades particulares y la insistencia en que debemos respetarlas es un rasgo distintivo de la época actual. Según el autor, la causa no es la cerrazón de la gente o su incapacidad de razonar, sino el desconcierto que ha traído consigo nuestra época.

La globalización, internet, la automatización, la emigración masiva, el auge de India y China, la crisis financiera de 2008, el ascenso de las mujeres y el que estas hayan sustituido a los hombres en unas economías más orientadas a los servicios, el movimiento a favor de los derechos civiles y la emancipación de otros grupos, y la pérdida de la situación de privilegio de los blancos son tan solo algunos de los fenómenos que hemos vivido en los últimos tiempos. Sin lugar a dudas, para cientos de millones de personas, ahora el mundo es mejor. No obstante, Fukuyama nos recuerda que, en gran parte de Occidente, la población ha padecido los efectos de la deslocalización y las élites se han apropiado de sus frutos.

En este contexto de cambio, afirma, las políticas de identidad han adquirido protagonismo y han pasado a formar parte de nuestra cultura común. Ya no son territorio de un partido o un bando. En la política estadounidense, por ejemplo, antes la izquierda se centraba en la igualdad económica, y la derecha, en la limitación de la intervención gubernamental. Hoy en día, la izquierda se concentra en “promover los intereses de una amplia variedad de grupos que considera que sufren marginación”, mientras que la derecha “se redefine como patriotas cuyo objetivo es proteger la identidad nacional tradicional, una identidad a menudo conectada de manera explícita con la raza, la etnia o la religión”.

Fukuyama apunta que vivimos en una época en la que, más que el interés material, la locomotora de los asuntos humanos es la sensación de no ser tenido en cuenta. Los gobernantes de Rusia, Hungría y China se rigen por las humillaciones nacionales del pasado; Osama bin Laden respondía al trato que reciben los palestinos; Black Lives Matter obedece a la letal falta de respeto por parte de la policía. Por su parte, un amplio sector de la derecha estadounidense, que asegura que aborrece las políticas de identidad, actúa impulsado por la percepción de que está siendo humillado.

Con todo, también hace sus críticas. El politólogo se teme que las políticas de identidad “se hayan convertido en un sustituto barato de la reflexión en profundidad sobre cómo revertir treinta años de tendencia de las economías más liberales al aumento de la desigualdad socioeconómica”. Le preocupa que “cuanto más abre los ojos” la izquierda a las cuestiones de identidad, menos capaz sea de ofrecer una crítica al capitalismo.

A diferencia de otros autores, no parece que crea que es posible o deseable que los seres humanos se consideren a sí mismos miembros de la humanidad por encima de todo. El autor está convencido de que el Estado nacional es un componente saludable de los asuntos humanos, y dedica el final de este libro a analizar de qué manera pueden cultivar los países unas “identidades nacionales integradoras” arraigadas en los valores liberales y democráticos, que sean lo bastante amplias para ser inclusivas, pero lo suficientemente restringidas como para dar a la población una sensación real de capacidad de intervención en su propia sociedad.

(ANAND GIRIDHARADAS)