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| (Dahlia de la Cerda) |
¿El feminismo ya fue?
Pensar que la única opresión, o la más importante, es la discriminación por tener panocha entre las piernas, es de mujeres blancas, de clase media o alta. Las demás no solo enfrentamos sexismo. Cuando te topas con un feminismo abolicionista, racista, islamofóbico, transfóbico, que solo entiende la opresión a través del sexo-género, a veces sí hay que decir: ya fue. No porque no nos violenten, sino porque ese feminismo ya no alcanza.
¿Cómo le haces para que tus libros hablen como la gente?
Yo hablo así. No me interesa mimetizarme con lo hegemónico, sino visibilizar la belleza del habla cotidiana. Porque no es lo mismo decir “mi mamá era muy trabajadora” que decir “mi jefa era bien camello”. Eso es poesía. Si fuera una escritora blanca de clase media haciendo turismo en el barrio, trayendo el slang como souvenir para la literatura, nadie se escandalizaría. Pero que alguien del barrio use el lenguaje del barrio para narrarse a sí misma, eso sí les arde.
¿Qué es ser antisistema?
Para mucha gente ser antisistema es no venderse a las transnacionales, ser autogestiva, publicar solo con editoriales independientes, vivir en comunidad, comer orgánico, esas cosas. Pero, para mí, ser antisistema es otra cosa. No es un discurso. Es una herida abierta que decidí narrar. Es ser lo que nunca se esperó que fuéramos. Y estar donde se supone que no deberíamos estar. Y hacerlo bien. Y hacerlo con rabia, con técnica, con amor. Con calle. Y con memoria.
¿Te importa tu reputación?
Es cierto lo que decía Virginie Despentes: el miedo a perder la reputación es un lujo burgués. Yo vengo de no tener reputación. Pero ahora que la tengo, claro que me lo pienso. Porque no solo me afecta a mí. Yo he visto cómo mi reconocimiento también le ha dado paz y dignidad a mi esposo. Así que sí, estoy aprendiendo a controlarme. Pero es difícil. La misma gente que me critica por ser chola me sale con: “Ay, mucha calle y cero PDF [sin estudios reglados]”. Pues no. Tengo PDF y tengo calle. Y en los dos me la pelas. Y eso, Gaby, es justo lo que más les duele.
(Dahlia de la Cerda)
¿Cómo le haces para que tus libros hablen como la gente?
Yo hablo así. No me interesa mimetizarme con lo hegemónico, sino visibilizar la belleza del habla cotidiana. Porque no es lo mismo decir “mi mamá era muy trabajadora” que decir “mi jefa era bien camello”. Eso es poesía. Si fuera una escritora blanca de clase media haciendo turismo en el barrio, trayendo el slang como souvenir para la literatura, nadie se escandalizaría. Pero que alguien del barrio use el lenguaje del barrio para narrarse a sí misma, eso sí les arde.
¿Qué es ser antisistema?
Para mucha gente ser antisistema es no venderse a las transnacionales, ser autogestiva, publicar solo con editoriales independientes, vivir en comunidad, comer orgánico, esas cosas. Pero, para mí, ser antisistema es otra cosa. No es un discurso. Es una herida abierta que decidí narrar. Es ser lo que nunca se esperó que fuéramos. Y estar donde se supone que no deberíamos estar. Y hacerlo bien. Y hacerlo con rabia, con técnica, con amor. Con calle. Y con memoria.
¿Te importa tu reputación?
Es cierto lo que decía Virginie Despentes: el miedo a perder la reputación es un lujo burgués. Yo vengo de no tener reputación. Pero ahora que la tengo, claro que me lo pienso. Porque no solo me afecta a mí. Yo he visto cómo mi reconocimiento también le ha dado paz y dignidad a mi esposo. Así que sí, estoy aprendiendo a controlarme. Pero es difícil. La misma gente que me critica por ser chola me sale con: “Ay, mucha calle y cero PDF [sin estudios reglados]”. Pues no. Tengo PDF y tengo calle. Y en los dos me la pelas. Y eso, Gaby, es justo lo que más les duele.
(Dahlia de la Cerda)

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