Esta prudencia, evidentemente pesimista, le recuerda a Musil aquella otra, más desastrosa, del más débil que, siendo el más sabio, evita mostrar su sabiduría: ¡ésta podría amenazar la vida del más fuerte!
Pero escribe Musil: «El que está en el poder se irrita menos cuando los débiles no pueden que cuando no quieren». Por lo tanto, ser estúpido para no mostrarse inteligente, actitud que se considera estúpida, acaba por reducir al hombre a la «desesperación, o sea, a un estado de debilidad».
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