
Mi nacimiento fue tormentoso, dramático por exageración, no épico. Fui educado por un familiar cercano, una prima de mi madre, que era lo que actualmente se llama una "destalentada", optimista sin freno, confiada hasta la estupidez, con una energía deslumbrante hasta que se le agoto. Nunca organizaba, ni comíamos a la hora. Pero a esto le acompañaba cierta cortedad mental, que ella compensaba con una excesiva seguridad.
Entonces empezó a decir , cuando tenia doce años, que estaba muy quieto, que eso no era normal y comenzo a buscarme actividades. Que si ingles, que si tenis, que si taekwondo. En ingles no conseguí soltarme, fracaso total, el tenis regular, pero en Taekwondo al hacer una kata se despertó en mí una energía desconocida y casi mato a un compañero de la hostia que le di.
Diagnosticado, tras ir al psicólogo, de agresión compulsiva casi entro en el circuito de la esquizofrenia, con la contención química correspondiente. He ido tirando con brotes de agresividad pero tras largos años de practica y algunos cursos de habilidades sociales (imponer a los demás lo que uno quiere pero sonriendo, lo que confunde mucho al otro y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde) he conseguido domeñar e incluso a veces amordazar ese rasgo de mi carácter que aplasta a todos los demás rasgos: ¡Que se calle ese exaltado!.
Pero ha durado poco mi pequeña alegría y el esfuerzo de dominar mis esfínteres cerebrales. La nueva consigna es: ¡Indignaos!, hasta han escrito un pequeño libro sobre el asunto. La verdad es que en este momento histórico el que no este indignado esta muerto o vive esa vida educada y sonriente de la tercera edad que acude a los conciertos, con gestos de tratarse de usted aunque se llamen por el nombre y comentarios como: ¡Pues yo soy de la primera de Mahler!, que cuando los oigo me parece siempre que están hablando de fútbol.
Me indigno por no estar dispuesto a tener un humor vegetariano, como dice Bolaño refiriéndose a la escritora Diamela Eltit, o sea a dieta. El humor debe ser catártico, desmesurado, sobre todo desmesurado.
Me indigno por el discurso vacío de la izquierda que siempre se esta disculpando de cosas que no se atreve a hacer, porque el discurso vacío de la derecha lo damos por sentado.
Pero lo que mas me indigna es que me obliguen a actuar de acuerdo a la edad cronológica que tengo que no corresponde para nada con lo que yo siento. (¿otro signo de locura?)
Me temo que voy a volver a ser un exaltado
(Evaristo Cienpozuelos)