17 junio 2013

Al final siempre viajas con la esperanza de que el paraiso exista


“El viajero tiene que ser despiadado, pero el viajero sobre todo tiene que estar abierto de poros. Siempre se mira con ojos más grandes lo que está lejos, lo que pertenece a otros. No sólo con crueldad, también con admiración. Y la miseria, a veces, es hermosa, cuando no te roza. Es casi vergonzoso sentirlo así, pero creo que es inevitable

Siempre tengo la sensación de que me pierdo lo importante. Trato de viajar hurgando en aquello que a veces llamamos o llamábamos "auténtico", visitando lo que no está en las guías, yendo a bares a los que solo van locales, y, a pesar de mis problemas con los idiomas, conectando con la gente. Pero es imposible penetrar en una ciudad si se está de paso.

Lo que a mi juicio resulta más difícil de ver es aquello que vemos todos los días, lo que se convierte en costumbre. Por eso cuando damos la vuelta a los ojos y miramos por detrás, nos asombramos. Una de las personas que vive en esos pueblos me dijo que a la belleza también se acostumbra uno..

Lo que buscamos es lo que no tenemos. Nos parece que en otra parte siempre va a estar la felicidad. Y nos ponemos manos a la obra, cogemos carretera y vamos a buscarlo. Al final lo que nos queda es el viaje, en el sentido homérico, que acaba siendo lo único importante en la vida.

A partir de una determinada edad lo sustancial lo llevas contigo siempre. Si quieres arreglar grandes problemas cambiando de escenario, fracasas seguro. Porque el escenario, como decía Gil de Biedma, es la vida entera. Los viajes son más enriquecedores cuando uno no busca respuestas fundamentales en ellos. No obstante, da igual lo que pensemos (lo que yo mismo piense): al final siempre haces la maleta con la esperanza de que el paraíso exista. “

(Luisge Martin)

1 comentario:

José Luis dijo...

Me gusta la reflexión del tipo este.