08 enero 2011

Los prejuicios y la metamorfosis





Enigmático es el sistema de los prejuicios. De la consistencia, el número y el orden de éstos dependerá el que un hombre envejezca con mayor o menor rapidez. Tendremos un prejuicio donde quiera que temamos una metamorfosis. Pero no nos libramos de ella: la recuperamos con gran fuerza y sólo entonces volvemos a quedar libres. No es que podamos retrasar indefinidamente metamorfosis que ya hubieron debido realizarse. Ellas mismas nos lanzan en la dirección opuesta, pero el hombre tiene un alma elástica y tarde o temprano recae de nuevo en ellas con seguridad y energía. Muchas metamorfosis son marcadas por los anatemas de los mismos padres; éstas son las más peligrosas. Otras llevan el odio de toda la humanidad, en ellas recaen sólo unos pocos espíritus selectos. Quien se metamorfosea mucho necesita muchos prejuicios. Éstos no deberán ser un estorbo en un hombre muy vital, al que hay que medir en función de sus oscilaciones y no de aquello que lo retiene.

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