Vivo en un país tan grande que todo queda lejos...
La educación,
La comida,
La vivienda.
Tan extenso es mi país
que la justicia no alcanza para todos.
(Lina Zeron)(del Blog de Ana Perez)
17 febrero 2008
06 febrero 2008
La felicidad es una inmundicia
"Y es que a mí la felicidad no me tira. Yo sigo prefiriendo la vida. La felicidad es una inmundicia y una mamarrachada y habría que darle un buen escarmiento....No voy a hablarles de la felicidad porque no quiero tener una crisis de violencia, pero el señor Hamil dice que tengo aptitudes para lo inefable. Dice que en lo inefable es dónde hay que buscar, que ahí es donde está."
(La vida ante sí. Emile Ajar) (de Sara)
La felicidad y la desdicha
La felicidad consiste en que la parte consciente de nosotros mismos esté de un modo natural, cotidianamente, ocupada, activa y sin centrarse en el propio ser. La desdicha estriba en que esa parte consciente permanezca de un modo natural, todos los días, sin cesar, centrada de manera angustiosa en el propio ser. (Iris Murdoch) (de Marian)
04 febrero 2008
Lo real y la alegria
"Todo lo que es absolutamente real -es decir, extranjero a toda representación- es también absolutamente singular; y todo lo que es singular se muestra rebelde a la interpretación".
"El objeto real es en efecto invisible, o más exactamente incognoscible e inapreciable, precisamente en la medida en que es singular, esto es, en la medida en que ninguna representación puede sugerir su conocimiento o apreciación mediante la réplica".
"El ser humano habita un mundo en el que no hay historia, en donde no pasa nada". Y es precisamente ahí donde surge la alegría, ese saber que conoce lo más trágico, y que es "un regocijo con respecto a lo simple que no experimenta la necesidad de llamar a lo otro para autorizarse su gozo". (Clement Rosset)
28 enero 2008
Los Tumbados
Recordé que, siendo yo niño, iba limosneando por las casas una mujer cuyo marido, maestro albañil con seis lustros de experiencia, llevaba tumbado desde hacía nueve años. Nada excepcional había ocurrido en su vida. No había habido ningún desengaño, tendencia a la depresión o conflicto laboral o doméstico. No, a aquel hombre le había sucedido lo que a otros: que una mañana, sin anuncio previo, sin razón aparente, sin el menor síntoma de enfermedad o malestar, y en perfecto uso de sus facultades mentales, había decidido quedarse en la cama indefinidamente.
Inútil era animarlo o persuadirlo a la acción, ni nadie lo intentaba, porque todos sabían que aquélla era una tragedia que carecía de nombre, de causa y de remedio, que le puede ocurrir a cualquiera, y que era tan inevitable como el rayo o la lluvia. Y tampoco a nadie se le pasaba por la cabeza acusar al postrado de molicie o locura, ya que en última instancia se trataba de designios de Dios o del destino y como tales había que recibirlos. Sólo restaba, pues, condolerse, resignarse e intentar salir adelante como mejor se pudiera. Les llamaban así: los tumbados, y que yo sepa no hay muchas noticias sobre ellos.
Aquella limosnera iba de puerta en puerta vestida de luto y con el estribillo: "Una caridad para esta pobre mujer que tiene seis hijos y a su marido tumbado desde hace ya diez años". Y la gente le daba algún socorro la animaba a la esperanza y a la fe. Una vez contó el origen de su adversidad y, por lo que yo recuerdo, deduzco que el suceso no vino precedido por señales, sino que la propia víctima fue la primera en quedar atónita e indefensa ante la irrupción de la desgracia.
Parece ser que este tipo de fenómenos sobrevenía por la mañana, a la hora de levantarse, y que el indicio precursor no debía de ser otro que un silencio tozudo a los requerimientos de la esposa, que lo apremiaba al desayuno. A la tercera o cuarta llamada, es de suponer que ella, con ese instinto certero y casi voluptuoso que algunas mujeres suelen tener para las desdichas, se apresuraría al dormitorio, volvería a llamar al hombre de su vida, y como tampoco esta vez obtuviese respuesta, comprendería de golpe que acababa de consumarse una catástrofe familiar.
Desde ese momento fatídico, tenían a un tumbado en casa, con todo el infortunio, no exento de orgullo, que esto significaba. Porque lo más impresionante de estos dramas era el respeto y la adhesión con que los acogía la comunidad.
Se daban estos casos en familias humildes y siempre, infaliblemente, el tumbado era un hombre, por lo general laborioso Y de espíritu manso y ejemplar. Se iniciaba entonces un proceso de desenlace imprevisible. Acudían los vecinos a acompañar en la desventura, a dar una especie de pésame y a reunirse en torno al tumbado en un acto muy, parecido a un velorio sin muerto, o con el muerto vivo. Si alguien, desinformado, se interesaba por lo ocurrido, recibía por respuesta: "Nada, que Fulano se ha tumbado", y el otro movía desalentado la cabeza y decía: "Vaya por Dios".
Luego, la historia del tumbado se diluía en el tiempo. A veces le duraba la decisión toda la vida; y a veces, a los dos, cuatro o doce años, un día se levantaba y retomaba su actividad de siempre. "Fulano se ha levantado", se corría la voz entonces, y en todas partes se le recibía con naturalidad e incluso con admiración.
Una vez vi a un tumbado. Llevaba sólo tres años en la cama, y no debía de haber cumplido los cuarenta. "¿Cómo va eso?", le preguntó mi madre. "Aquí andamos con lo nuestro", dijo él. Sufría de un apetito montaraz. Continuamente pedía de comer, y nada le satisfacía. "Parece que no tiene fondo", nos confesó, sobrecogida, su mujer.
Dedicaba el tiempo, además de a la pitanza, a mirar al techo, a recabar información sobre si era buen año de perdices y liebres, a escuchar la radio y a suspirar de tarde en tarde. Según atardecía, se fue animando desde la penumbra y se puso a recordar episodios lejanos de su vida, casi todos irrelevantes y festivos. Me impresionó su dignidad y, sobre todo, que aquella postración no parecía un descanso, sino una última y misteriosa forma de trabajo: allí estaba, laboriosamente echado, concentrado en su tarea ciclópea y ofreciendo el formidable espectáculo de una quietud que evocaba la de Job ante un destino fatal e incomprensible. (Luis Landero)
Mi vida
"Mi vida se habia detenido subitamente. Podia respirar, comer, beber, dormir. No podia evitar que eso fuera así; pero en mí no había verdadera vida" (Leon Tolstoi)
26 enero 2008
Mendiga voz
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
(Alejandra Pizarnik)
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
(Alejandra Pizarnik)
18 enero 2008
La Vejez
"Es una de las formas del insomnio"
"Ahora me siento más sereno que cuando tenia 24 años. Claro, a esa edad uno trata de ser Hamlet, de ser Byron, de ser Baudelaire, de ser algún personaje de una novela del siglo pasado y uno cultiva la desdicha. Después uno se da cuenta que a la desdicha no es necesario cultivarla, se la encuentra sola..."
(Jorge Luis Borges)
"Ahora me siento más sereno que cuando tenia 24 años. Claro, a esa edad uno trata de ser Hamlet, de ser Byron, de ser Baudelaire, de ser algún personaje de una novela del siglo pasado y uno cultiva la desdicha. Después uno se da cuenta que a la desdicha no es necesario cultivarla, se la encuentra sola..."
(Jorge Luis Borges)
El Hecho estético
"La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo nos dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético" (Jorge Luis Borges)
07 enero 2008
Budismo occidental
"Una suerte de "budismo occidental" se presenta ahora como remedio contra las tensiones de la dinámica capitalista. Ello permitiría que nos desengancháramos y conserváramos la paz y la serenidad interior, y funcionaría como un complemento ideológico perfecto [del capitalismo].
La gente no es ya capaz de adaptarse al ritmo de progreso tecnológico y a las transformaciones sociales que lo acompañan. Las cosas cambian muy rápidamente. El recurso al taoísmo o al budismo ofrece una salida. En vez de intentar adaptarse al ritmo de las transformaciones, es mejor renunciar y "dejar ir", manteniendo cierta distancia interior en relación a esa aceleración, la cual nada dice sobre el núcleo más profundo de nuestro ser". (Slajov Zizek)
La gente no es ya capaz de adaptarse al ritmo de progreso tecnológico y a las transformaciones sociales que lo acompañan. Las cosas cambian muy rápidamente. El recurso al taoísmo o al budismo ofrece una salida. En vez de intentar adaptarse al ritmo de las transformaciones, es mejor renunciar y "dejar ir", manteniendo cierta distancia interior en relación a esa aceleración, la cual nada dice sobre el núcleo más profundo de nuestro ser". (Slajov Zizek)
11 diciembre 2007
No puede ser mas sencillo
Esto es así;
me gusta de este modo
y me gustaría también si fuera de otro:
cuadrado, rojo o duro, real sencillamente.
Todo está bien;
todo es justo y bello;
hay una alegría -vivir- que envuelve y junta
mis penas, mis errores, mis risas y mi miedo.
Me gusta lo que toco;
me gusta lo que veo,
y lo que respiro con los pulmones anchos,
y lo que me duele (porque sé asi que existe).
Me gustan los objetos que aquí mido, aquí peso,
y me gustan los hombres que hablan o que callan;
me gusta cuanto existe, lo entienda o no lo entienda,
me gusta simplemente porque está existiendo.
(Gabriel Celaya) (de Josef Pik)
10 diciembre 2007
Yo fui

Yo fui
Columna ardiente, luna de primavera,
Mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba;
Lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
Fui luz un día
Arrastrado en la llama.
Como un golpe de viento
Que deshace la sombra,
Caí en lo negro,
En el mundo insaciable.
He sido.
He sido.
(Luis Cernuda)
27 noviembre 2007
Sin un alma que llevar a la boca
A Luis Cernuda
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
(Jaime Gil de Biedma)
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
(Jaime Gil de Biedma)
El hombre es un animal excesivo

"El hombre es un animal imperfecto por lo que le sobra, no por lo que le falta. Le sobra esa creencia en que podría ser otra cosa que lo que es. El hombre es un animal excesivo. Por eso es un poco injusto el hecho de que, cuando alguien comete una barbaridad suprema, se le llame animal. Habría que llamarle simplemente hombre. Los animales nunca cometen excesos." (Fernando Savater)
26 noviembre 2007
La merienda

Nos desmenuzamos, pequeños actos que nos reflejan mucho mas que las grandes direcciones. De repente se nos caen trozos repetidos, muertos, la palabra que sobra, los intentos vanos de acotarlo todo, de no acotar nada, de obtener demasiadas explicaciones, el hablar por hablar, la costra de la palabra por evitar el silencio.
“Mortal, los recuerdos. Por eso no hay que pensar en ciertas cosas, cosas que te habitan por dentro, o no, mejor sí, hay que pensar en ellas porque si no pensamos en ellas, corremos el riesgo de encontrarlas, una a una, en la memoria. Es decir, hay que pensar durante un momento, un buen rato, todos los días y varias veces al día, hasta que el fango las recubra, con una costra infranqueable.(Samuel Beckett).
La llamada que no hago, la imagen que procuro no imaginar, el odio que intento sentir. La austeridad es una guía, no agotar el sentir en banalidades. El amor a los padres, a los hijos, el trabajo bien hecho, la ordenación de la vida, el aprovechar el tiempo, el perderlo, la merienda, el único momento que nos refleja, pan con chocolate sin proyectos.
Dejamos de vivir por no poder vivir lo que queremos.
(Rafael Cid)
“Mortal, los recuerdos. Por eso no hay que pensar en ciertas cosas, cosas que te habitan por dentro, o no, mejor sí, hay que pensar en ellas porque si no pensamos en ellas, corremos el riesgo de encontrarlas, una a una, en la memoria. Es decir, hay que pensar durante un momento, un buen rato, todos los días y varias veces al día, hasta que el fango las recubra, con una costra infranqueable.(Samuel Beckett).
La llamada que no hago, la imagen que procuro no imaginar, el odio que intento sentir. La austeridad es una guía, no agotar el sentir en banalidades. El amor a los padres, a los hijos, el trabajo bien hecho, la ordenación de la vida, el aprovechar el tiempo, el perderlo, la merienda, el único momento que nos refleja, pan con chocolate sin proyectos.
Dejamos de vivir por no poder vivir lo que queremos.
(Rafael Cid)
19 noviembre 2007
Ulises y la modernidad

"La gracia de la Odisea esta en que Ulises se ve forzado a la aventura; es la aventura de alguien que no quiere ser un aventurero. Por eso es más moderna la Odisea que la Iliada. En la Iliada aparecen unos personajes que se pasan la vida luchando, que están programados para eso. No hay contradicción en ellos. Ulises es como el hombre moderno que ve con cierta distancia lo que esta pasando. Quiere encontrar la puerta de salida para llegar a su casa. Lo que nos fascina de Ulises es que afronta los problemas como un héroe cuyo heroísmo consistiera en dejar de serlo" (Fernando Savater)
06 noviembre 2007
Conocí a un genio
Hoy
conocí a un genio en el tren
como de seis años de edad;
se sentó a mi lado y,
mientras el tren
corría por la costa,
llegamos al océano.
El niño me miró y me dijo:
el mar no es nada bonito.
Fue la primera vez
que me di cuenta
de ello.
(Charles Bukowsky)
31 octubre 2007
La culpa es de uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron
hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor
con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha
creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente
solo
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.
(Mario Benedetti)
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron
hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor
con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha
creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente
solo
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.
(Mario Benedetti)
30 octubre 2007
Las huellas y el sudario
(Rafa Cid) (para Antonio y Mercedes)
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