23 abril 2019

La filosofia y las plantas

Santiago Beruete

“No podemos crecer sin cortar las raíces. Una persona debe permanecer hasta cierto punto inadaptada para mantenerse sana: escudarse en el grupo para no hacerse cargo de uno mismo es la peor traición que uno puede cometer contra sí mismo”.

"Veneramos la naturaleza, pero estamos en guerra con ella. Entendemos que el crecimiento no puede ser ilimitado, pero no renunciamos a las comodidades. Somos naturaleza, pero también su peor amenaza."

Los humanos necesitamos arraigar y desarraigarnos a la vez. ¿Podemos tener una relación con la naturaleza que no sea paradójica? El relato fundacional de nuestra civilización son dos personas expulsadas de un paraíso natural. Luego empieza la revolución agraria, el gran avance que cada vez se tiene más claro que se produjo porque se había acabado todo lo demás, porque depredaron las otras fuentes de sustento. Es la historia de nuestra especie: somos depredadores.

La autosuficiencia se considera un atributo de sabios. En Oriente y en Occidente. Lo dice Platon:  sabio es el que menos necesita.

Usted decidió en determinado momento no hacer más que lo que produce gozo. ¿Tiene ese nivel de satisfacción en todos los ámbitos? “Ninguna relación que dure lo suficiente escapa a la decepción”. La decepción está en la vida. O la vives, o te pierdes algo. Hay que vivir sin demasiado temor pero sin esperanza porque las expectativas son el germen de nuestro malestar. Vivir decepcionado no está mal, ¿por qué tenemos que vivir entusiasmados? El entusiasmo colectivo me pone de los nervios.

¿La clave de la vida es la dosis? Y el mantenimiento. Plantar un jardín es fácil, mantenerlo exige constancia.

En Verdolatría reta al lector: “La categoría moral e intelectual de una persona puede medirse por cuánta verdad es capaz de soportar”. Si esa frase da miedo, urge preguntarse por qué. Desarrollamos las mentiras para seguir creyendo en la realidad. De adolescente, un profesor me ayudó a soportar verdades que me costaba admitir. Me dijo que todo mi dolor sería un antídoto para crisis en el futuro.

¿Por qué se mete en el berenjenal del autoconocimiento? La escritura tiene que ser valiente. A mis alumnos [de segundo de bachillerato] les hablo de Antístenes, un discípulo de Sócrates. Siendo anciano le preguntaron qué había aprendido de la filosofía y respondió que a hablar consigo mismo. Conócete a ti mismo. La sabiduría empieza ahí. Pero hoy el diálogo, con uno mismo y con los otros, es cada vez más difícil.

¿La búsqueda del conocimiento conduce a un jardín o parte de él? El jardín está al principio y al final. El budismo lo dice: quien cuida un jardín está cuidándose él.

¿El conocimiento conduce siempre a la buena vida? Creo que la bondad es un atributo de la inteligencia. Vivimos en una sociedad que asocia bondad a falta de carácter. Pero las mejores personas son sabias. 
Howard Gardnerestudioso de las inteligencias múltiples, dice que nadie llega a ser excelente en un campo profesional sin ser bueno.

¿Se puede alcanzar sin dolor? ¿Qué entendemos por dolor? La jardinería tiene mucho de dolor grato. Pero creo que la tormenta interna es un peaje que hay que pagar. Verte a la intemperie, estar desasistido y cuestionarte enteramente es un aprendizaje que solo puede hacer uno mismo. Hablo de quedarte sin cobijo ante tus mentiras, tus justificaciones, todo aquello que te ayuda a vivir.

¿La mayoría de las personas nos autoengañamos?Cuestionarse de veras es un camino sin vuelta atrás. Una vez uno abandona sus seguridades y no se miente, ya no puede actuar de otra manera. La distorsión entre nuestros autoengaños y la realidad causa mucho dolor. La mayoría de las personas escuchan solo lo que quieren oír. Buscan refuerzo, no duda.

¿No ver la realidad es una decisión personal o un mal global? Los males comienzan cuando dejamos de pensar para creer en las ideas. Estamos más dispuestos a creer en la verdad que a buscarla. Yo estoy en una fase en la que lo que me interesa es buscarla. La verdad es siempre algo personal. Eso desactiva la maldad implícita en todas las creencias colectivas. En clase aprendemos a atrevernos a mirar la realidad.

¿Qué alienta nuestra ceguera? Casi todo lo que nos rodea. Tenemos muy poca tolerancia a la incertidumbre y una asombrosa tolerancia a la mentira. Hemos metabolizado ese engaño consentido.

¿El reencuentro con uno mismo, la reconexión vital, se da mejor en un paisaje natural? Creo que sí, y lo digo tras criticar las terapias alternativas. La razón es que las plantas son tan extrañas y tan familiares que no hemos desarrollado prejuicios intelectuales. Son un ser vivo y nos exigen cuidado: si no las riegas o te pasas de agua, las matas. Pero tienen mucha resistencia y por eso nos permiten un diálogo menos exigente. De las plantas viene todo lo que necesitamos y ninguna amenaza.

¿Qué nos falta como sociedad? Individualmente, paciencia, constancia, tenacidad y esperanza.

¿Qué le ha costado más conseguir? Yo era extraordinariamente impaciente. Y vivía en una insatisfacción permanente. Hoy creo que esto es lo que hay, y con lo que hay, hay que hacer magia.

¿El mal de nuestro siglo es la insatisfacción?Tenemos expectativas que no se pueden cumplir porque el propio mundo está organizado para que no se cumplan. Eso genera ansiedad. Nos lleva a ser individualistas. Nos convierte en consumidores. El contacto con la naturaleza rompe ese ciclo porque tiene otro ritmo. Mucho de lo que consideramos avances pasa por romper ese ritmo de la naturaleza: llevar agua donde no la hay, construir sobre el agua. Que queramos imponer nuestro criterio al de la naturaleza nos define. Hoy, o nos cargamos la naturaleza, o la idealizamos.

“Acumulamos y acumulamos para llegar al vacío”. Es el mal de nuestra época. Enseñamos a los chicos a esforzarse para alcanzar cierto estatus y una buena vida, y ¿cuál es nuestra idea de una buena vida? Un jardín hace lo contrario: va soltando y soltando. He visto mucha riqueza acumulada y grandes vacíos emocionales. El camino de acumular no tiene fin y no lleva a ninguna parte: solo a desconectar de la realidad y de ti mismo. Los ricos tienen el gran privilegio de poder mentirse más que los demás sin que nadie les contradiga las mentiras. El jardín enseña otra vía porque, si le das demasiado, lo matas. 

No hay comentarios: