08 agosto 2011

El goce se confunde con la propiedad

... La impaciencia, se dijeron Jérome y Sylvie, es una virtud del siglo XX. A los veinte años, cuando hubieron visto, o creído ver, lo que podía ser la vida, la suma de dichas que encerraba, las infinitas conquistas que permitía etc... supieron que no tendrían la fuerza de esperar. Podían llegar, ni más ni menos que los otros, pero lo único que querían era haber llegado. Sin duda eso era lo que se ha convenido en llamar intelectuales. Pues todo les decía que andaban errados, y, en primer lugar, la vida misma. Querían gozar de la vida, pero, en torno a ellos, el goce se confundia con la propiedad. Querían permanecer disponibles, y casi inocentes, pero los años pasaban de todos modos, y no les aportaban nada. Los otros acababan por no ver en la riqueza más que un fin, pero ellos no tenían ni una perra. Se decían que no eran los más infelices. tal vez tenían razón. Pero la vida moderna excitaba su propia desdicha, mientras borraba la desdicha de los otros: los otros estaban en el buen camino. Ellos no eran gran cosa: unos pelados, unos francotiradores, unos lunáticos. Es verdad, por otra parte, que en cierto modo el tiempo trabajaba en su favor y que tenian del mundo posibles imágenes que podian parecer exaltantes. Era un consuelo que convenian en juzgar ruin. (Georges Perec: Las cosas)

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