08 diciembre 2021

Que se note que llevas pijama

 

(Miguel de Unamuno)

Algunos políticos se duelen de España para llamar la atención, como los niños gritan “pupa” para reclamar mimos, por eso suenan tan falsos. Casi todo el mundo sabe que el tópico se debe a Unamuno, pero pocos conocen la frase entera: “Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón”.
Pertenece a una carta que mandó a un profesor argentino en noviembre de 1923, dos meses después del golpe de Primo de Rivera, el dictador que le destituiría de sus cargos en la universidad y lo desterraría a Fuerteventura. El tono es trágico porque la hora era trágica para Unamuno. Se estaba jugando el tipo, su ahogo no era metafórico.

A todos nos duelen más o menos las mismas cosas: que nuestra pareja no nos quiera, contemplar la vejez de los padres, enfrentarnos a la nuestra, la muerte de los amigos y asistir al sufrimiento de los hijos sin poder ayudarles. Es un repertorio pequeño, constante y cerrado donde rara vez caben la inflación o el modelo de financiación autonómica.

El mejor consejo literario que me han dado nunca fue: no te pongas traje para escribir, que se note que llevas pijama. 
Un diputado está preso de su puesta en escena. Los demás podemos comentar la vida pública en prosa y sin entonar quejíos, incluso con cierta ligereza y ánimos burlones.

23 noviembre 2021

El futuro es un vacío que no nos deja vivir



"El contra que aparece en los libros no es, en principio, directamente contra la realidad, sino contra la pretensión de verdad en la realidad. Se me ha ido haciendo cada vez más claro que la realidad no tiene sentido, que en ella no cabe verdad; se me ha ido haciendo más claro en estos últimos tiempos que la realidad hay que entenderla como si estuviera en una situación intermedia entre el intento de imposición desde arriba de ideales como “Todo”, “Nada”, “Dios”, los “Puros Números”, etc., y una resistencia por abajo a la que se hace mal en llamar “Natura” o algo así (y ya no digamos si se le llama “Universo” o cosas de esas…), porque es simplemente lo que queda de desconocido, lo desconocido, lo siempre desconocido. Y la realidad no tiene sentido más que entendida como encuentro, lucha, choque, guerra entre lo uno y lo otro.

De forma que cualquier otra filosofía o ciencia que no reconozca este carácter contradictorio de la realidad va a hacer lo que se ha solido hacer siempre, es decir, contribuir al mantenimiento de las ideas establecidas acerca del mundo, etc. Y ello, principalmente, con dos confusiones de sentido opuesto: una, tomar la realidad como si fuera “natural” y, la otra, ayudar a tomar la realidad como si fuera “verdadera”. La realidad no es ninguna de estas dos cosas. Y si se puede resumir toda esta lucha que me traigo, sería esa negación."

"Ahora bien, el tiempo real de los calendarios y de los relojes –que no es el tiempo que pasa, inconcebible– está hecho con la idea de que sí hay un futuro. Y no solo eso, sino con la idea también de que el futuro es lo primero. Solo a partir de esta fe en el futuro se convierte luego el pasado en mera historia –en lugar de dejarle ser una memoria viva que seguiría cumpliendo su cometido. Así se convierte el pasado en fechas, documentos, historia. Pero esto ocurre por imitación del futuro que nos han inventado y en el cual la lengua común no participa, sino solo los dialectos superiores, incluyendo los matemáticos, al servicio de la ciencia. En ese futuro no pasa nada y, por tanto, se puede jugar con los números, con los presupuestos de la banca, con los presupuestos de los estados, con las leyes que previenen y prevén lo que se debe hacer: lo que se quiera, puesto que el futuro es un vacío… que no nos deja vivir, cambiándonos la vida por un futuro.

Los individuos personales, en cuanto que están sometidos a la realidad, están condenados a creer todo lo que les hagan tragar, pero no porque el Estado se lo imponga, sino porque se corresponde con su propio interés personal. Les han hecho creer que va consigo. La fe está, desde luego, impuesta y predicada desde arriba: la televisión predica todos los días la fe en el futuro, en la realidad. Pero el individuo personal la lleva dentro, porque efectivamente necesita un futuro, o se cree que lo necesita, con lo que le quitan las pocas posibilidades de vivir que le quedaban y las cambia por tener un futuro. Los órganos del poder y los medios exageran queriendo convencer a los chicos de que tener un futuro es una cosa muy buena. Pero los están matando con exámenes futuros, con oposiciones futuras; los están literalmente matando, aunque al mismo tiempo les convencen de que eso es vivir."



17 noviembre 2021

El detective y la clasificación social



"La lectura es el arte de construir una memoria personal a partir de experiencias y recuerdos ajenos".(Piglia).

No tengo memoria personal porque la narrativa "oficial", los pasos prefijados, nunca han coincidido con mis sentimientos y a lo mejor uno no graba si no coincide la letra y la música. ¿Es así?. Actualmente me coinciden ambas, mis sensaciones y la visión del mundo. Para llegar a esto ha influido: la vejez o al menos la sensación de envejecimiento y deterioro, la conciencia de no tener futuro, ya que el futuro es una adaptación de la vida a un programa prefijado, bienvenido a no tener futuro, a no tener imagen que defender, a no tener nada que defender, solo poder saborear "el presente", ese cacareado "presente zen", la única posibilidad de sobrevivir sin acartonarse, la vuelta a la infancia. (Evaristo Cienpozuelos)

"¿Como hablar de una sociedad que a su vez nos determina, desde que lugar externo juzgarla si nosotros también estamos dentro de ella. El genero policial da una respuesta extrema: el detective, aunque forme parte del universo que analiza, puede interpretarlo porque no tiene relación con ninguna institución..., ni siquiera con el matrimonio. Es célibe, es marginal, esta aislado. El detective no puede incluirse en ninguna institución social, ni siquiera en la más microscópica, en la célula básica de la familia, porque ahí donde quede incluido no podrá decir lo que tiene que decir, no podrá ver, no tendrá la distancia suficiente para percibir las tensiones sociales." (Piglia).

Como perder el miedo a reconocer lo que uno siente y al mismo tiempo a reconocer lo que pasa. "Es muy sencilla la condición, un poco de desinterés por la propia clasificación social para poder decir que son mentira las verdades que nos venden" (García Calvo)

27 julio 2021

La infancia y la memoria

(Alessandro Baricco)


¿Cómo fue tu infancia? La infancia es un territorio que te conforma como escritor, ¿no?

Sí. Amélie Nothomb, una escritora belga, me dijo una vez: «Las únicas cosas importantes nos pasan en los tres primeros años de vida. Todo lo demás es un epílogo». Es un poco exagerada, pero yo también creo que las impresiones de los primeros diez años de los escritores son fundamentales. Puede que no hagamos otra cosa que…volver ahí.

En cambio, es el periodo que uno recuerda menos, ¿no?

Sí. Pero si escribes tienes una sensibilidad particular, el escritor tiene como una película muy sensible, una película fotográfica. Es un momento en el que la memoria olvida, pero la percepción es altísima. La cantidad de cosas que percibimos de la realidad cuando somos niños es enorme. Los detalles, los olores… Si además tienes este tipo de sensibilidad, almacenas muchísimos colores, sensaciones, esquemas mentales, que son suficientes para toda la vida, no tienes espacio para más. Y así toda la vida buscas volver a esas sensaciones. Por ejemplo, si has experimentado la felicidad en el reflejo de la luz en un charco, luego buscas esa misma felicidad toda la vida. Un niño menos sensible no ve la luz reflejada en el charco y entonces a lo mejor descubre la idea plena de la felicidad a los cuarenta años, cuando tenga hijos.

.......pero por lo demás la memoria es fantástica, barre todo, pero creo que nada se pierde y vuelve de formas distintas.

(Jot Down_Entrevista Alexandro Baricco)


21 julio 2021

La meritocracia y los impuestos

(Michael Sandel)

 

"Es posible que si usted ha llegado a cierta posición socioeconómica, ha logrado reconocimiento social, un buen salario o un nutrido patrimonio, lo que conocemos como éxito, piense que ha sido exclusivamente por sus propios méritos. Malas noticias: también es muy posible que no sea así. En la peripecia vital de cada uno cuenta el esfuerzo, como es natural, pero el esfuerzo solo es un factor más donde también hay que contar otros que escapan a nuestro control o voluntad: la cuna, la suerte o el talento. 


Un sistema donde cada cual consigue aquello que se merece gracias al trabajo duro se llama meritocracia. Pero varios expertos consultados para este reportaje advierten: ni la meritocracia existe en nuestras sociedades, ni está claro que su existencia nos vaya a traer virtud. En las últimas décadas la brecha entre los ganadores y perdedores se ha ido ensanchando, generando sociedades más polarizadas y desiguales en ingresos y riqueza. La conceptualización del éxito también ha cambiado: “Aquellos que han llegado a la cima creen que su éxito es obra suya, evidencia de su mérito superior, y que los que quedan atrás merecen igualmente su destino”, explica el filósofo de la Universidad de Harvard Michael Sandel, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018 y autor del libro La tirania del merito (Debate). La realidad es que las cosas no son tan sencillas y la igualdad de oportunidades no llega a operar. “Desde principios de siglo se detecta un peor funcionamiento de nuestro ascensor social”, se lee en el informe España 2050  elaborado por el Gobierno de Pedro Sánchez. “En España, nacer en familias de bajos ingresos condiciona las oportunidades de educación y desarrollo profesional en mayor medida que en otros países europeos”.

No es lo mismo nacer en un barrio pobre de Madrid como Vallecas, por ejemplo, que en un barrio rico como La Moraleja. No es lo mismo nacer en un país desarrollado donde poder construir una carrera exitosa que en un país pobre donde todo es más dificultoso. Los golpes de suerte muchas veces son cruciales en la trayectoria de las personas. El talento tiene muy buena fama, pero ni siquiera es merecido, sino innato. A uno no le basta con tener talento, sino que ha de descubrirlo y encontrar el ambiente adecuado para su desarrollo. Además, el talento de uno debe de ser apreciado por el mercado: no es lo mismo tener talento para jugar al fútbol, como Lionel Messi, que tener talento para jugar al bádminton.

“El talento y el esfuerzo producen poco en ausencia de un entorno social bien desarrollado”, dice el economista de la Universidad de Cornell Robert H. Frank,  que también señala uno de los efectos perniciosos de la meritocracia: “Las personas que pasan por alto la contribución a su éxito de un entorno propicio están menos dispuestas a apoyar las inversiones públicas necesarias para mantener dicho entorno”. En este sentido, la meritocracia puede corroer las políticas sociales o el Estado de bienestar, ideados, precisamente, para equilibrar el terreno social y contraer las desigualdades. El impuesto de sucesiones, otra forma de reequilibrar la sociedad limando las herencias, es con frecuencia puesto en solfa (a veces, por defensores habituales de la meritocracia). Si se legitima una sociedad donde los pocos que ganan se lo llevan todo, si eso parece justo y natural, se deslegitima la redistribución de la riqueza y la justicia social. “La idea de meritocracia se utiliza para que un sistema social profundamente desigual parezca ‘justo’ cuando no lo es”, señala la socióloga de la Universidad de Londres Jo Littler, autora de Against Meritocracy: Culture, Power and Myths of Mobility (Contra la meritocracia: cultura, poder y mitos de la movilidad).

La inexistente meritocracia se engrasa frecuentemente con las fecundas ideas del mito del emprendimiento, el coaching o el pensamiento positivo (la happycracia descrita por Eva Illouz y Edgar Cabanas): usted puede conseguir lo que usted se proponga, usted debe emprender, usted debe salir de su zona de confort y romper sus límites. Es una doctrina propia del capitalismo vigente que prima especialmente el individualismo y la competición, bajo la idea meritocrática de que el que más se lo curre será el que más consiga: el camino hacia el éxito suele ser una lucha solitaria y en contra de los demás, que no tiene demasiado que ver con el progreso colectivo. Los medios de comunicación y los anaqueles de las librerías están llenos de ejemplos moralizantes de superación personal y manuales para la ascensión a la cima, muchas veces partiendo a pulso desde las condiciones más adversas. A quien le va mal o regular no puede más que pensar que algo no funciona consigo mismo, más allá de los problemas estructurales de la sociedad, lo que puede conducir a la ansiedad, el desánimo o el rencor.

Curiosamente, la meritocracia ha sido ensalzada tanto por políticos liberales o conservadores como progresistas. La derecha ha elogiado ampliamente a “la España que madruga”. En los discursos de Barack Obama es fácil encontrar alabanzas al esfuerzo personal como forma de prosperar en la vida. “La idea de que vivimos en una meritocracia en la que ‘cualquiera puede hacerlo’ ha sido expresada, por ejemplo, por progresistas, antirracistas y feministas, pero al mismo tiempo muy procapitalistas”, dice la socióloga Jo Littler. Esta idea resulta esencial, sostiene, para la postura neoliberal socialmente progresista de empresas partidarias de la “igualdad de oportunidades” entre sus empleados o para las políticas de Bill Clinton y Tony Blair. “Para los conservadores, el mérito mantiene el statu quo sustancialmente intacto, mientras se presenta como fresco y abierto: esto es clave para las versiones derechistas de la meritocracia”, opina Littler.

En sus orígenes, la meritocracia tuvo sentido: con ella se echaba abajo el sistema aristocrático que ha dominado la mayor parte de la historia de la humanidad, ese en el que los privilegios se heredan de generación en generación, encauzados por parámetros como la clase, la raza, la casta o el género. “Se permitió que las personas avanzaran no basándose en su crianza, sino en sus propios logros”, dice el jurista de la Universidad de Yale Daniel Markovits, autor del libro The Meritocracy Trap (La trampa de la meritocracia). “Debido a que ninguna casta o clase tiene el monopolio del esfuerzo y el talento (y dado que los viejos aristócratas no eran especialmente trabajadores o capaces), la meritocracia ayudó a desmantelar la jerarquía aristocrática”. Por un tiempo pareció una buena idea. Luego se convirtió, a ojos de Markovits, en una trampa que atrapa a los ricos en una carrera sin fin para que sus descendientes tengan la mejor formación académica (como se evidenció en el reciente escándalo de los millonarios que pagaban fortunas para colar a sus hijos en las mejores universidades de Estados Unidos). Esta carrera excluye a los pobres, que, más allá del plano discursivo, difícilmente podrán cumplir el ideal meritocrático, es decir, el sueño americano.

Pero aunque la meritocracia existiese, tal vez no sería deseable: “Es corrosiva para el bien común”, señala el filósofo Michael Sandel, “ofrece a todos la oportunidad de trepar por la escalera del éxito sin notar que los peldaños de la escalera pueden estar cada vez más separados. Y asume que la sociedad es una carrera con ganadores y perdedores”. Según el filósofo, esta forma de pensar crea élites arrogantes y clases populares humilladas y resentidas, a las que se les ha dicho que no son lo suficientemente buenas. De ahí, según Sandel, fenómenos de reacción contra las élites como el populismo de Trump o el Brexit. Porque ese es el reverso tenebroso de la meritocracia: si usted no tiene éxito es que usted no lo vale, todo es culpa suya.

¿Qué hacer? La desigualdad, que encuentra justificación en las ideas meritocráticas, es, junto con el cambio climático, una de las mayores amenazas para la estabilidad del sistema, como señalan muchas voces incluso desde el propio corazón del capitalismo: conduce a la polarización social, al auge de los totalitarismos y al descrédito popular de las democracias liberales. Pero “el círculo vicioso que ha inflado la creciente desigualdad meritocrática puede ser reemplazado por un círculo virtuoso que asegure la igualdad democrática para todos”, señala Markovits. Para paliar esta desigualdad es fundamental conseguir una educación pública eficiente que llegue a todos los estratos de la sociedad, así como la disminución del desempleo y la desaparición de los empleos precarios, en una época en la que el acelerón tecnológico va complicando el mercado laboral, y al tiempo que se proponen rentas básicas para mantener la cohesión social. Una idea que va cobrando cada vez más fuerza (por ejemplo, en las ideas del presidente de EEUU Joe Biden): “La mejor respuesta política a la desigualdad producida por la suerte es conseguir una mayor inversión pública, gravando más a los ricos”, concluye el economista Robert H. Frank

(El Pais: la meritocracia es una trampa)

17 julio 2021

Ana Blandiana, poesia y cultura de la cancelación

(Ana Blandiana)


“Creo que la poesía no pertenece a otro mundo, sino que es la esencia, a menudo irreconocible, de este”. 

P. Entrelaza en estos versos amor y muerte (tras la muerte de su marido), a la que trata con cierta esperanza. ¿Cómo la afronta? ¿La poesía hace más fácil enfrentarse a ella?

R. Al principio me sorprendió descubrir que la reacción más común de los lectores era: “¡Qué libro tan luminoso!” Pero luego me di cuenta de que era normal que así fuese. ¿Qué podía haber más luminoso que el descubrimiento de que no existen fronteras entre la vida y la muerte? Y ¿Cómo podría ser de otra manera, ya que el amor es en realidad de la abolición de todas las fronteras? Al escribir estos poemas en los meses posteriores a la muerte de mi marido, descubrí que todo lo que había conocido sobre ella hasta ese momento eran prejuicios que no se cumplían. Descubrí que no estaba escribiendo sobre una separación, sino sobre la imposibilidad de la separación. El amor y la muerte no se unen, sino que el amor pulveriza los significados de la muerte como desaparición, iluminando otro camino.

P. “La poesía verdaderamente grande es la que no se ha formulado aún”, afirma. ¿Cómo puede entonces crear el poeta? ¿No es cada verso una traición a lo posible?

R. En mi ensayo “La poesía entre el silencio y el pecado”, me refiero a la evolución de la poesía como un ideal, concebido como una intensificación del poder de sugestión, en el que 
decir lo menos posible para sugerir lo más posible puede convertirse en no decir nada para sugerirlo todo. Un ideal absurdo en la medida en que implica, para su cumplimiento, la desaparición de la poesía. Y un ideal, también, que, por mucho que quiera acercarse al él, ningún poeta alcanzará nunca, porque ninguno aceptará renunciar a sus palabras. El sufrimiento y el arte del poeta consisten en vivir en el filo entre esas palabras y la nada.

P. Defiende que, en la poesía, igual que en la música, es clave el silencio, algo escaso en la actualidad. ¿Dónde radica su importancia?

R. Vivimos en un mundo en el que se habla tanto, que el propósito de la poesía se ha convertido en restaurar el silencio. El silencio como un regalo que nos hacemos para entendernos a nosotros mismos y poder entender el ruido exterior. Además, la poesía nunca estuvo hecha de palabras, sino de la serenidad entre ellas.

P. Años después sigue siendo un símbolo de resistencia y compromiso ético. ¿Contra qué deben seguir alzando la voz la poesía y la cultura?

R. El mal más agresivo y peligroso hoy en día es la cultura de la cancelación, un movimiento que pretende reescribir la historia del mundo, concebida perversamente como una cadena interminable de crímenes perpetrados por el hombre blanco. Se protesta contra Beethoven
 y se exige que se interpreten más compositores de color, se censura a Shakespeare,  y se prohíbe una lista interminable de escritores de cualquier época. La corrección política, nacida del deseo de no ofender, se ha convertido en una grave forma de censura y represión. La cultura europea, que floreció a partir del culto a la libertad, está siendo culpabilizada y censurada; los derechos humanos, formulados por los europeos a partir de la necesidad de igualdad, están siendo sustituidos por la discriminación positiva, contraria a la objetividad, y la protección de las minorías se ha transformado en una aberrante condena de la mayoría.


(Entrevista a ANA BLANDIANA: El Cultural)








18 febrero 2021

La Pandemia (7)




Con la edad, a pesar de la pandemia, he perdido la resiliencia. Antes pensaba que era estar callado, pero muy callado, pero mi amigo Alfredo que lee periódicos alguna vez, no solo el Marca, me ha dicho que es la nueva política de la UE. Parece que es tener la capacidad de aguantar o algo así.

He leído en algún sitio que soy un "viejuno" digital, que tampoco se refiere a la artrosis de dedos sino a tener memoria histórica de la tecnología. O sea la nostalgia de "aquellos tiempos".

Por ejemplo la TV y sus épocas: parte de la infancia sin TV, después acudir a la tienda de Electrodomesticos del barrio la noche del viernes donde nos aglomerabamos para ver a Tarzan y Johnny Weismuller. La Tele en casa, la uno luego la dos. El Tour de Francia.....

Encendiamos la tele a ver qué "echaban". Una película a la semana, daba igual la que fuera, la veíamos entera. Ahora las plataformas te permiten escoger en cada momento lo que quieres ver aunque a veces no vemos nada porque elegir entre tanta oferta genera ansiedad.

Que "tiempos aquellos" en que no había que decidir, la ansiedad no existia.......

Posteriormente el alquiler de vídeos, ibas a ultima hora de un viernes y comprobabas que la ultima película estaba reservada o con escasas copias . Sin futuro hasta 48 horas después ... pero ya no era fin de semana y nos daba igual.

Los viajes con el mapa desplegado sobre las rodillas, con alguna mancha de grasa por los bocadillos de tortilla, imposibles de plegar tras la primera apertura. Las preguntas en las gasolineras o en los pueblos.

Ahora cuando te detienes en el arcén o una calle tranquila, buscando un sitio al que llegar, ya no es para buscar a un vecino (que siempre era de fuera) y preguntarle por instrucciones sino para con tranquilidad coger el teléfono y buscar en Google Maps.

En fin ........ que tiempos aquellos...... Otro día hablaremos del poliamor..... (le preguntare a Alfredo que es esto)

17 febrero 2021

Joan Margarit y el primer cinturón de los afectos

(Joan Margarit)


“La poesía y la música son las principales herramientas de consuelo de las que el ser humano dispone en su soledad, esa soledad a la que está siempre abocado, aunque disponga de sus seres queridos más próximos, el primer cinturón de los afectos”.

Sobre la muerte:“La has de esperar y ya está. No es ninguna ceremonia importante. Hacer un poema es mucho más difícil que morirse. No lo puede hacer todo el mundo, un poema. Morirse está al alcance de todos”.

UN POBRE INSTANTE
La muerte no es más que esto: el dormitorio,
la luminosa tarde en la ventana,
y este radiocasete en la mesita
tan apagado como tu corazón
con todas tus canciones cantadas para siempre.
Tu último suspiro sigue dentro de mí
todavía en suspenso: no dejo que termine.
¿Sabes cual es, Joana, el próximo concierto?
¿Oyes como en el patio de la escuela
están jugando los niños?
¿Sabes, al acabar la tarde,
cómo serà esta noche,
noche de primavera? Vendrá gente.
La casa encenderá todas sus luces.


IDENTIDAD
¿Qué hacer con las palabras al final?
Sólo puedo buscar, para saber qué soy,
en la infancia y ahora en la vejez:
ahí es donde la noche es fría y clara
como un principio lógico. El resto de mi vida
es una confusión por todo aquello
que nunca he comprendido:
las tediosas dudas sexuales
y los inútiles relámpagos
de inteligencia. Debo convivir
con la tristeza y la felicidad,
vecinas implacables.
Se acerca la última verdad, durísima y sencilla.
Como los trenes que en la infancia,
jugando en el andén, me pasaban rozando.


13 febrero 2021

El amor y el habla



(Contemplación: Cuadro de Alejandra Caballero)


Estoy "atrapado" , "obligado", en mis relaciones. Si no siento cierta "opresión", parece que "pasan" de mi, pero si la opresión es muy fuerte, me alejo, buscando espacio para respirar.

Lo etiqueto todo, amistad, compañero/a de trabajo, amor romántico, sexo sin amor, solo para conversar, solo para divertirnos.

Busco constante y compulsivamente, espectáculos de emociones, la vida de los otros, para escribir mi vida y llenar mi teatro, solo soy capaz de aparentar, actuar en las obras de los otros.

Siempre estoy en fuga, solo descanso en la caja del lenguaje, pero a veces es muy limitada. Solo queda la razón y la muerte en vida o el poder de lo onírico, la locura, la muerte social.

Nunca he sido valiente para elegir.

La única salida es tomar distancia, observar mi patetismo desde fuera, seguir sonriendo como si algo importara y reír con la carcajada de la estupidez, polvo sobre polvo, ...........



"Somos humanos precisamente porque somos capaces de idealizar. Es eso lo que nos permite hablar. Si no amamos a nadie, no hablamos. La relación de amor es la condición de nuestra capacidad para el habla. Si se niega esto, se destruye no sólo a las personas, sino también la posibilidad humana, su condición de hablante".

01 febrero 2021

El mensaje en la botella y la escultura



“No soy competitivo, nunca lo he hecho con otros artistas. A cada uno siempre lo he considerado como una isla. Cada ser humano es único con una geografía delimitada dentro de un océano común. Yo soy una isla más, muy emocional, por lo que mi obra siempre responde a mi vida. No soy diferente, pero tampoco puede ser de otro modo. No intento ser el que tiene la verdad, porque ¿qué es la verdad? Ahora bien, me molesta la verdad oficial, lo que se supone que es lo que se tiene que decir o lo que se tiene que defender si quieres estar ahí. El mío siempre ha sido un camino paralelo y creo que ha funcionado bien para encontrar lo que buscaba”.

P: ¿Y qué es?
El viaje como concepto.

P: ¿Siempre tuvo claro lo de irse fuera para encontrar su lugar.?
Siempre he sido un extranjero y eso me mantiene vivo. Es como esos libros a los que vuelves una y otra vez, y cada vez lo haces de forma distinta. Algo parecido pasa con la escultura. No se mueve, lo haces tú. Es el lugar al que siempre puedes volver.

P: ¿Lo suyo es un tempo lento…?
Busco fabricar silencio y eso es algo esencial en momentos como estos, con tanto ruido mental y confusión, algo que ha venido repitiéndose en todos los finales de siglo. Hay demasiada polución de mensajes. Ya no sabemos si lo que decimos es de verdad una idea nuestra o ecos de otros. La escultura tiene un tempo que siempre es más lento que la cabeza.

La escultura tiene esa capacidad de hablar de lo inabarcable, de aquello a lo que aspiramos pero que nunca conseguimos. Algo que, siendo tan próximo al cuerpo, como la emoción, no lo podemos tocar. De ahí que trabaje con el rostro, que es la única parte del cuerpo que no podemos vernos.

P: Y la muerte. ¿La teme?
No. Einstein me ayudó en eso. Decía: “¿Para qué pensar en el futuro? Llega tan pronto”. Mi obra es un intento de celebrar la vida y enviar un mensaje de optimismo. Todavía somos capaces de reinventar, de crear algo. Sí, ya sé que me puedes decir: “Jaume, por el amor de Dios, ¿qué dices?”. El Mediterráneo parece un cementerio, la política se ha vuelto aberrante porque la mentira se ha institucionalizado. No sé, la lista es infinita, pero lo mismo diríamos de otros contextos. Hay niveles, de acuerdo. Pero, ¡hostia!, yo intento dar una salida. Ser destructivo es fácil, pero prefiero arriesgarme a decir: “Y esto, ¿por qué no?”.

P: O sea, sí hay que mantenerse puro.
"Tienes que mantenerte tal como eres. Cada ser humano es único y excepcional. Si no nos contamináramos con la información exterior, cada persona sería un genio. Porque una de las características clave de la información es que nos uniformiza. Por eso me habrá oído decir que con mi obra trato de generar silencio. Para que cada persona esté consigo misma, lo cual es más complicado de lo que parece."

"Una de las bellezas del arte está en que es inexplicable. Y sobre todo en que no sirve para nada. Esa fuerza que tiene es también una gran fuente de manipulación. Unos la utilizarán de una forma, y otros, de otra. Por eso siempre pido al espectador, machaconamente: confía en tu criterio. Así, si te equivocas, será con tus errores y no con los de otro. El arte no se debe entender. Debe emocionar. Yo, a veces, no entiendo una lengua, pero me conmueve escucharla porque tiene una belleza sonora extraordinaria. A menudo exigimos al arte algo que no necesariamente tiene que darnos de inmediato. Lo que se crea tiene un recorrido, y el espectador necesita su tiempo. Es como un mensaje en una botella, que según las corrientes puede tardar en llegar. Bueno, pues todos los mensajes son importantes. Todos pueden llegar. Todos pueden funcionar."

“Jaume, no olvides nunca que la memoria es más vasta que nuestros recuerdos” (Jose Angel Valente)

(Jaume Plensa: Entrevista)

29 enero 2021

La ciudad solitaria (12)


Por la noche el tiempo y la manera de sentirlo cambia. Se expande, predomina "el tiempo interior" (Bergson) , tiempo intuido, sentido, verdadero y simultáneo que desconoce la sucesión, la cronología y la enumeración, frente al "otro tiempo" el exterior, el tiempo del reloj, de la sucesión, el tiempo contaminado por el espacio.

Sigo mirando la ventana indiscreta de mis vecinos de enfrente como quien observa un hormiguero. Me absorben,  llevándome al vacío de su interior, como un agujero negro. No observo nada especial, en realidad no destaca nada, no sucede nada evidente, están sentados, cenan, fuman, ven la TV, pero me succionan, me hipnotizan, como si la extrema simplicidad me atrajera irremediablemente. 

En la vida todas las decisiones anteriores, las bifurcaciones, las explicamos, según Borges,  de una manera reduccionista, secuencial, lineal y eliminando todas las posibilidades que quedaron incógnitas al elegir una de ellas. En realidad en el tiempo interior, todas las posibilidades, todas las bifurcaciones,  han sucedido. 

"En el tiempo interior no hay sucesión sino la pura ínter-penetración de todos los estados mentales que forman una totalidad orgánica, una "simultaneidad de estados" que representan la realidad de nuestro tiempo mental. (Younoszai). La simultaneidad se hace concreta en el presente, en el instante, en el momento actual que contiene la totalidad de la vida. El presente, cada instante autónomo, nos define precisamente por ser simultáneo, omni-comprensivo" (Borges). 

Internamente vivimos en un eterno "presente" donde los "nudos" no resueltos se repiten y solo cambian las situaciones que son, únicamente, ejercicios variados del mismo problema.

Cuantos "problemas", mejor conflictos (J. A. de Marco), hemos sido capaces de resolver. Probablemente pocos, yo aun sigo pensando que en mi plato hay menos comida que la que le dan a los demás, que el silencio es un castigo y no un ejercicio de profundidad del otro, evitando la falsa tranquilidad de la certeza. 

¿A que viene todo esto?, ¿me han conectado vía bluetooth a alguna entidad cósmica?. En realidad no soy así, no se que es eso del eterno presente. Solo padezco pequeños síntomas de malestar: no me reconozco en el espejo, el abotagamiento de la cara, las ojeras y la tez amarillenta no son mías. El anciano que se levanta a orinar por la noche lo han incorporado a mi vida, apenas le conozco, pero me cuesta llevarlo, andar con el.

Imagino que la muerte es el instante en que el eterno presente se actualiza y la realidad del cuerpo es insoslayable.....

Vaya día .........“La felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad”.(Cortazar)










28 enero 2021

La Ciudad solitaria (11)


Durante la noche, en la ciudad, aparece el silencio urbano, más amable. Sigue la vida atenuada. Pequeños ruidos, una televisión que apenas se oye, los camiones de la limpieza, interiores iluminados que se ven a través de las ventanas. 

En los pueblos el silencio es mas poderoso, la naturaleza esta omnipresente. Lo siento mas amenazante, como si la muerte y su poder anduvieran mas cerca.

La vejez me hace volver mas al pasado. Me entretengo con una fantasía, como un guion de una película: "padezco una enfermedad incurable que me augura un corto tiempo de vida y decido reconciliarme con las personas que he conocido a lo largo de mi vida. Aquel malentendido, aquella situación que provoco una ruptura, aquella persona a la que quería y jamas se lo dije, aquella decisión que no tome y aquella otra que tome."

No se si seria una película romántica, de auto ayuda o de terror. Hago una lista y comienzo las visitas. 

Película romántica: Todas las personas se acuerdan de mi, me aprecian, lo pasado "pelillos a la mar". Con algunas de ellas reanudo la relación. Todos me ayudan a "conocerme mejor", mi vida "ha tenido sentido". Muero en paz. (Encontrar en el ultimo momento un tratamiento para mi enfermedad incurable creo que seria demasiado)

Película de auto ayuda: Lo mismo que la romántica pero con frases lapidarias, silencios y mas escenas en la naturaleza, conversaciones en el campo. 

Película de terror: En las sucesivas visitas casi nadie se acuerda de mi y sufro varios episodios de no reconocer físicamente a las personas que visito. Cuando cito circunstancias y desencuentros (con arrepentimiento y emoción), tengo que repetirlos varias veces para que se acuerden. No he significado nada en sus vidas, apenas una experiencia de acierto/error. Las relaciones reanudadas no terminan de comenzar, no tenemos nada que decirnos y el pasado que compartimos lo guardamos en la memoria de manera diferente, no es el mismo pasado. Vuelvo a casa deprimido y fallezco antes de tiempo por el stress. Aprendo, tristemente, que el pasado, la memoria del pasado, es inútil, es únicamente un laboratorio de mentiras piadosas para justificar  nuestra desidia, cobardía y a veces maldad.  

Mis vecinos de enfrente, a los que no conozco y solo observo a través de su ventana indiscreta, me tranquilizan, solo vivo su presente. Siempre hacen lo mismo, ven la TV, cenan, apenas hablan entre ellos, cualquier noche es igual a la anterior, no hay pasado,  solo repetición y presente. 

En el libro de P. Ouspensky: La extraña vida de Ivan Osokin, se narra la historia de Ivan, un joven que se enamora y llega a la ruptura, al desencuentro. Tiene la oportunidad, por una circunstancia mágica de volver atrás y reparar o cambiar lo que hizo. El autor  reescribe la novela de manera idéntica lo que nos hace entender que somos siempre inevitables repeticiones, asignaturas pendientes a las que volvemos una y otra vez como Sisifos encarnados, como una forma de resistencia al cambio.

El cambio obliga a ejercer cierta violencia, cierta acción, cierto pensamiento lateral. 


"Cuando creíamos que teníamos las respuestas de repente cambiaron todas las preguntas (Mario Bennedetti)"

27 enero 2021

LA PANDEMIA (6)

 Recuerdo, ahora,  a pesar del horror y la muerte acechando, con cierta nostalgia,  los días del confinamiento. (Calla..... ni lo pienses....como te pille algún restaurador es tu fin)....  el mundo se redujo a la casa, los paseos por el pasillo, las horas organizadas, las comidas como el clímax diario, el teatro de la vida representada en un pequeño guiñol. 

Una vida sola y miserable pero con medida humana, todos fuimos iguales unos días, el dinero no daba gran ventaja, no podías salir a gastarlo, los privilegiados se median por el tamaño de la vivienda, el congelador y los rollos de papel higiénico.

Las películas antiguas, los guisos de la abuela, esas sopas de ajo y huevo, la siesta sin culpa, el tiempo y su aprovechamiento no existían. Estuvimos cerca de la felicidad..........Pero todo volvió a cambiar, volvimos a salir a la calle, comprar en la ferretería, odio las ferreterías, quedar a tomar un café y comprobar con desesperación que todo seguía igual, la misma estupidez y aburrimiento de siempre. 

Ahora salgo con mascarilla, he aprendido a sonreír con los ojos, puedo jurar por lo bajini, y mantengo las apariencias. 

Me gustaría ser como Bartleby: "No sólo resulta que el diligente escribiente que se había entregado como pocos a su tarea de copista se desentiende de hacer lo que se le pide, es que ni siquiera se rebela para no participar en el trabajo, ni se enfurece, ni se enfrenta a nadie, ni alza la voz, ni se pertrecha como un enemigo. Simplemente prefiere no hacerlo. Y Bartleby, así, se desentiende de todo vínculo, de toda empatía o solidaridad con los que son como él, de todo compromiso con el que lo emplea, de toda sintonía con el proyecto que a gusto o a regañadientes comparten los demás. Al poco llega el día en que prefiere ya no copiar ningún documento. Y se queda como un pasmarote mirando el muro que hay delante de su ventana."

Estos días en que vemos que nada ha cambiado, ni siquiera el apocalipsis hace cambiar a la gente, los políticos, me hace añorar el Bartleby en el que me convertí unos meses.


Pero nadie soporta a los Bartleby: “Se diría que se consideran responsables. los gobernantes, de las acciones y del destino individual de sus súbditos, y que han comenzado a guiar e iluminar a cada uno de ellos en los diversos actos de su vida y, si es necesario, a hacerlos felices incluso contra su propia voluntad”. (Tocqueville).

Cada vez nos tratan peor, quieren hacernos felices a pesar nuestro. Malditos........

26 enero 2021

El libro vacío de la escritura

 

(Josefina Vicens)

En el libro de Josefina Vicens: "El libro vacío", se describe la necesidad de escribir, del personaje principal, y como lo hace en dos cuadernos. En uno escribe todo lo que se le ocurre, sin limitación y en el otro, una selección mas filtrada y meditada del primero. El personaje no consigue escribir nada en el segundo..... 

Al leerlo reconozco alguna de mis obsesiones (ni siquiera llegan a obsesiones épicas), como dice Borges: "Mi vida ha sido un fracaso, pero hasta en eso he fracasado", el ansia de escribir, aunque no tengo nada que contar, no tengo conversación, no soy nada narrativo, no me interesan los detalles. ¿Por que querré escribir? y otra el sistema de filtrado de las ideas, como si hubiera ideas "en limpio". Quizá sigamos atrapados en la mente escolar, la satisfacción de la escritura sin "manchas de Tinta", el dibujo lineal y el tiralíneas, aun no existían los Rotring.

Ir filtrando las ideas, nivel 0, todo lo que se te ocurra. Napoleón tenia un ayudante que permanecía despierto por la noche, cercano, para apuntar las ideas que el Emperador tenia en las horas de sueño. Freud apuntaba sus sueños nada mas despertarse, los surrealistas, el inconsciente..... El material onírico es muy lábil y vaporoso....

No tengo nada que contar, ninguna de mis experiencias tienen valor universal, no son divertidas ni hacen que nadie mejore su vida, por que debo escribir?

Por narcisismo?. Quizás por encontrar el hilo de mis obsesiones. Cuando leo, tomo notas y selecciono lo que me parece de interés. Con que criterio lo hago?. Tiene que haber dentro de mi una guía aunque no sepa que existe, que me permite seleccionar. Lo que reconozco fuera lo llevo dentro, aunque he necesitado la encarnadura de la escritura de otro para verlo.

¿Por que yo no puedo escribirlo?.


"Mientras nos mudamos

de una cuna a un ataúd....

¡Cuanta palabra inútil! (ISSA)

(Evaristo Cienpozuelos)