10 noviembre 2014

Amar al enemigo y odiar al amigo

 
Alberto Boco
En alguna etapa de la vida es probable que la amistad tenga más que ver con esa suerte de apareamiento de los afectos con un otro, más por lo que se nos parece que por lo que difiere de nosotros. Me parece razonable que así sea cuando el humano, en los primeros años de su vida, busca reafirmar su identidad, siempre frágil, ante la evidente superioridad, tanto de lo llamado real como de lo imaginario. Después, es discutible si los amigos son o no son otras versiones de uno mismo, o cuan bueno es que sea de ese modo. 

Tengo para mí que si algo me enriquece es lo diferente y no lo semejante, y que si algo me hace crecer como persona es lo que se me opone y no lo que me facilita las cosas o me mantiene en zonas de comodidad. Ya que estamos con esto recuerdo una frase del Zaratustra de Nietzsche que dice que el hombre del conocimiento tiene que aprender a amar al enemigo y a odiar al amigo. Si la experiencia poética es, como sostengo, una forma azarosa e inefable de acceder a espacios de conocimiento (y a lo mejor por puertas no convencionales), además de una experiencia estética, de un lenguaje para dar testimonio, y muchas otras cosas más, entonces esa frase se comprende más fácilmente aunque no sea sencillo digerirla.
(Alberto Boco)

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