28 noviembre 2014

La naturaleza siempre intenta matarme


En América todo el mundo quiere ser famoso, es una enfermedad típicamente americana. Ya no se distingue la diferencia entre ser alguien destacado o simplemente famoso. Mi madre decía que mi nombre nunca debía aparecer en un periódico, con tres excepciones, 'la noticia de tu nacimiento, la de tu boda y tu esquela funeraria'. En Estados Unidos creen que todos tus problemas se resuelven cuando eres famoso, pero lo único que haces es adquirir otros problemas, que por otro lado no me parecen tan graves. Detesto a las estrellas que se quejan como si tuvieran que bajar a una mina todos los días, como el que cada día se despierta y tiene que acudir a un trabajo que detesta. Tengo poca paciencia con las celebridades quejicas, '¡ay, fotos no, por favor!'. Entonces, ¿para qué te hiciste actriz, querida? Es parte del trabajo.

Ambos coincidimos en que el fallo de Gran Hermano son sus protagonistas, personas que no consiguen captar nuestra atención. "La vida de esas personas no me interesa lo más mínimo. Es como un mal casting para una película. Es muy warholiano. Warhol lo hizo primero, enchufar una cámara sobre alguien que duerme, como un documental dramatizado. Así que a mí ya no me puede interesar, y me sorprende que todo el mundo esté pendiente de ver cómo un tío se afeita. Es un ejercicio de voyeurismo para la gente de clase media que nunca ha tenido la oportunidad de ver una película de Warhol. Visto así, no está tan mal".

“Lo que más miedo da es quedarse en casa y no salir a ver lo que hay fuera. Eso sí que es algo que hay que temer”.

"No, nunca estoy aburrido. Mientras pueda observar a los seres humanos nunca me aburriré. Cuando era joven me gustaba hacer dedo y me planteé cuál sería la diferencia en hacerlo a esta edad. Y hay muchas. Una es que nadie intenta tener sexo contigo. Cuando tienes 19 años todos quieren. Otra es que ya no hay autoestopistas. La gente tiene miedo por los asesinos en serie, las películas de terror.

“Estoy muy bien aquí. Nunca he tenido un trabajo real. Lo único que hice fue trabajar en una librería, y ya casi no quedan. Para mí el éxito es poder comprar cualquier libro sin mirar el precio y no tener que estar rodeado de gilipollas. Eso es ser rico. No tiene nada que ver con el dinero”.

"Nada es seguro. Si te quedas en casa un avión puede estrellarse contra ella. Un amigo mío se cayó del tejado esta semana haciendo un trabajo. La naturaleza conspira para matarte desde que naces. La gente dice que ama la naturaleza. Yo no, siempre intenta matarme.

(John Waters)

19 noviembre 2014

Cambiar todo el tiempo para permanecer igual

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El amor es percibido como patológico si es muy intenso. Hoy lo normal es ser promiscuo. Hasta tal punto estamos obsesionados con la idea moderna de hacer cosas, de ser dinámicos. Pero yo soy un romántico.

¿Conoce usted Islandia? ¡Oh! Es el país donde querría vivir. No parece de este mundo, no hay árboles, ni hierba siquiera, es como otro planeta, como si Dios no hubiera terminado allí la creación.

Alain Badiou dice algo bonito, ‘el siglo XX ha muerto, la izquierda debe comenzar otra vez’. Ya no tenemos que enfrentarnos a esa dicotomía izquierda y derecha. El modelo del siglo XX ya no sirve. Ya no se trata de reinventar la socialdemocracia y su Estado de Bienestar, eso ya no funciona. No sabemos qué es lo que nos salvará pero que hay que trabajar en diferentes sentidos para buscarlo, y no hablo de utopías. Porque el liberalismo como tal está perdiendo Europa, y solo hay dos alternativas, una Europa autoritaria o inventar algo nuevo”.

"En el capitalismo, las cosas tienen que cambiar todo el tiempo para permanecer igual”. Lo anómalo no existe y, lo que es peor, no lo esperemos.

(Slajov Zizek)

18 noviembre 2014

La ficcion de la certidumbre

Carlos Labbe
Este libro (piezas secretas contra el mundo) busca que quien lo lea desmonte una ficción, la de la certidumbre; aquí la posibilidad permanente es lo incomprensible porque eso debe ser la literatura, lucha contra los órdenes impuestos al lenguaje, propuesta de otras narrativas más integradoras.

¿Por qué esa forma nervada de escritura, tanta vuelta hasta llegar al núcleo, hasta dar con el hueso? Me gusta pensar el revés de una escritura convencional como algo nervado como si pudiéramos dar vuelta cualquier ficción que un narrador jerarquiza en principio, medio y fin y, al hacerlo, aparecieran los nervios palpitantes, las arterias y más abajo el esqueleto. Pero todo eso está mezclado, es cochino, no puedes mirarlo sin mancharte. Eso quiero leer: un cuerpo.

¿Cómo eliminar el realismo jerárquico, estereotipado y ‘reductivo’ de las ficciones que fundan las narrativas de instituciones como jardines de infantes, escuelas y universidades.?
Dos espejismos, dos quimeras de múltiples cabezas: la filosofía buscando la experiencia del lenguaje y la novela el lenguaje de la experiencia”

¿Por qué organizar entonces la narración como si fuera un método de investigación científica? 
Para que en la lectura uno se dé cuenta de que la ciencia, como todo conocimiento arrogante, es nada más una ficción aplicada. ¿Qué pasaría si dejáramos de creerle masivamente a la estadística, la economía o la medicina occidentales?.

¿Y qué juego le permite el videojuego en la novela? 
Pensar las narrativas que nos gobiernan la cabeza, nos reglamentan el cuerpo, nos señalan qué sentir, hacia dónde ir y hacia qué página avanzar. La posibilidad de ese juego es para lo cual existen aún los libros literarios, los artefactos estéticos. Un trance que no promete necesariamente revelaciones o efectos placenteros: la confusión, el abrumarse, la desesperanza y el aburrimiento son experiencias comunes que podríamos ocupar para la búsqueda crítica y productiva que es la literatura.


17 noviembre 2014

Todos somos novelistas de nosotros mismos

Javier Cercas
  Por eso es una novela. Porque formula una pregunta, pero no la responde, o no al menos de manera clara y taxativa. El impostor juega en el filo de la ironía: ahí todo es una cosa y su contraria. Como en todas las novelas desde El Quijote, o como en todas las novelas que a mí me gustan. Don Quijote está loco, pero también está cuerdo: eso es la ironía; y eso es la novela como género. Este libro, que apela a El Quijote sin parar, juega en la frontera de la ironía, entendida como instrumento de conocimiento. La ironía significa que algo puede ser dos cosas al mismo tiempo. O más. La ironía muestra que la verdad moral es una verdad poliédrica, que somos muchas cosas a la vez. Por eso la novela es el antídoto absoluto contra los fanatismos. La respuesta a la pregunta del libro es que no hay respuesta; la respuesta es el propio libro, la propia pregunta: eso es una novela. El Quijote es eso; y de ahí venimos todos. La novela no es el género de las respuestas, sino de las preguntas, y cuanto más complejas, mejor. En El impostor intento presentar a Marco en toda su complejidad. ¿Este hombre es un mentiroso? Sin ninguna duda. ¿Ha engañado? Por supuesto. ¿Ese engaño tiene alguna justificación? Ninguna. Lo interesante para mí es tratar de entender por qué hizo lo que hizo. Esa es la pregunta que me interesa. Mi propósito, de entrada, no era ni salvar ni condenar. Marco se inventó una vida para sobrevivir. Eso, en mayor o menor medida, lo hacemos todos: todos somos novelistas de nosotros mismos. Y ofrecemos a los demás una imagen que no siempre es la verdadera. Marco no puede soportar lo que es, un hombre corriente que ha tenido miedo, que ha sido cobarde, que ha sido humillado. Ha vivido una existencia miserable, y se inventa otra, como Alonso Quijano se inventa a Don Quijote. Y, después de pasarse la vida encerrado en un taller mecánico, se fabrica una vida de héroe, vive lo que no ha vivido nunca, cambia de mujer y de trabajo y de ciudad, de todo. La ficción de algún modo le salva, como nos pasa a todos. Pero lo que dice este libro es que, al final, hay que afrontar la verdad, como la afronta Don Quijote, que antes de morir vuelve a ser Alonso Quijano. Y esto vale para los individuos, pero también para las colectividades.

13 noviembre 2014

La vejez y la observación

 "No hay nada bello en la vejez", sostiene Geraldine Chaplin

"No hay nada bello en la vejez, es una desgracia, una masacre". 
"Desde los 45 años veo la muerte en cada esquina".
"La vejez es el preludio de la muerte, un país sin mapas donde sólo existe una autopista que lleva al fin".
"Muchos viejos descubren de repente una isla desconocida dentro de ellos mismos, que es el pasado, y comienzan a vivir en él. El problema es que yo no me acuerdo".
"Cuando uno envejece puede ser un poco más observador porque nadie le ve".
"Cuando te enamoras, pierdes la dignidad y ver a una persona vieja pelleja que pierde la dignidad es algo obsceno"
"Antes creía que el cine podía cambiar el mundo pero ahora no estoy segura, sólo creo que una película puede cambiar la forma de pensar de una persona sobre el mundo".





10 noviembre 2014

Amar al enemigo y odiar al amigo

 
Alberto Boco
En alguna etapa de la vida es probable que la amistad tenga más que ver con esa suerte de apareamiento de los afectos con un otro, más por lo que se nos parece que por lo que difiere de nosotros. Me parece razonable que así sea cuando el humano, en los primeros años de su vida, busca reafirmar su identidad, siempre frágil, ante la evidente superioridad, tanto de lo llamado real como de lo imaginario. Después, es discutible si los amigos son o no son otras versiones de uno mismo, o cuan bueno es que sea de ese modo. 

Tengo para mí que si algo me enriquece es lo diferente y no lo semejante, y que si algo me hace crecer como persona es lo que se me opone y no lo que me facilita las cosas o me mantiene en zonas de comodidad. Ya que estamos con esto recuerdo una frase del Zaratustra de Nietzsche que dice que el hombre del conocimiento tiene que aprender a amar al enemigo y a odiar al amigo. Si la experiencia poética es, como sostengo, una forma azarosa e inefable de acceder a espacios de conocimiento (y a lo mejor por puertas no convencionales), además de una experiencia estética, de un lenguaje para dar testimonio, y muchas otras cosas más, entonces esa frase se comprende más fácilmente aunque no sea sencillo digerirla.
(Alberto Boco)