11 junio 2013

Los suspensos son de derechas




“Lo que llamo democracia total es un proceso de tecnificación tan denso que cada vez es más automático. Cuanto más total es, más dificultades tiene para cuidar de lo excepcional, que desaparece arrastrado por el automatismo de la técnica”. Para el autor de El aprendizaje de la decepción, “la excelencia solo se admite ya en el deporte”, no en ámbitos en los que antes se daba por supuesta como la educación —“la LOGSE decidió que los suspensos eran de derechas”— y las artes.

Puestos a redactar certificados de defunción, es imposible no hablar de la supuesta agonía de la novela. “Es verdad que se acaban las novelas en tanto que obras de arte de la lengua. Porque eso es la literatura, no el argumento o si te aburre o te divierte”, dice Azúa. “La gente dice que las novelas de Benet son aburridas, ¿y qué? Como si me dices que es aburrida la Crítica de la razón pura. Pero además de aburrido, ¿has visto algo ahí? ¿No? Pues a leer a Salgari”. Con todo, el autor de Historia de un idiota contada por él mismo no habla del pasado con nostalgia: “Menos mal que la literatura es una mercancía. Yo doy por buena la supercomercialización de la novela, me parece maravilloso que se vendan miles de ejemplares sobre templarios pedófilos. Hay finolis que dicen: ‘El arte no puede ser una mercancía’. Están locos, solo sobrevivirá si lo es. Cuanto más amplia sea la base, más podrán los editores vocacionales publicar a los jóvenes, que no tienen imagen. Y ahora solo se vende lo que ya tiene imagen”.

(Felix de Azua)

Como decia Nabokov: "el fin del adulterio es la sinceridad, reconocer que todos somos adulteros".

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