20 agosto 2012

Peter Handke y el vacio

Si no hay estabilidad, desaparece lo cotidiano. Quién guarda la forma, no habla de amor. Ama y calla. Creo en aquellos lugares, los que no suenan ni tienen nombre, que se caracterizan tal vez por el hecho de que allí no hay nada, mientras que alrededor, en todas partes, hay algo. Creo en los oasis del vacío. El hombre es el huesped de la realidad. Conmigo, del todo conmigo, sólo me encuentro cuando estoy de camino. Pero luego necesito un lugar donde pueda ponerme a mis anchas. Para mí no ha habido nunca existencia más que por unos breves momentos, nunca por largo tiempo. Los lugares de plenitud han sido justamente los que casi siempre me han hecho daño. Cuando se pierde el hechizo se pierde el lugar. Sólo cuando se habitan los espacios danzan los espacios intermedios. Sólo el que anda aprehende el gran árbol, el silencio. Sólo el que anda se recoge a sí mismo y entra en sí mismo.
(Peter Handke)

14 agosto 2012

El silencio y Felisberto Hernandez


El silencio, esa prudencia que impide caer en la desesperación , lo que no se nombra no existe, y al mismo tiempo no da pábulo ni categoría nominal a la mierda que nos rodea, que de tanto hablar de ella le damos un criterio de realidad que no debería tener. ¿ Como tener un camino propio, proustiano, en el que nuestro recuerdos empapelen las paredes de nuestro mundo cada vez más desnudo?

Cortazar describe la obra de Felisberto Hernandez:

“Totalmente entregado a una visión que lo desplaza de la circunstancia ordinaria y lo hace acceder a otra ordenación de los seres y de las cosas, a Felisberto no se le ocurre nunca reflexionar sobre su país, sobre lo que está sucediendo en el plano histórico, y se diría que su mirada se detiene en las paredes que le rodean, sin esforzarse por extrapolar sus experiencias, por entrar en una estructura de paisaje o de sociedad.
…..”nuestra fuerza secreta o desaforada, nuestra lenta, perezosa manera de ser frente al destino planetario, toda la hermosura y la tristeza de un patio de casa pobre o de un partido de naipes entre amigos, asoman en esa especie de invencible desencanto que nace de los relatos de Felisberto. Testigo sin ganas, espectador al sesgo, él toca sus tangos para mujeres nostálgicas y cursis; como todos nuestros grandes escritores, nos denuncia sin énfasis y a la vez nos alcanza una llave para abrir las puertas del futuro y salir al aire libre.”