11 octubre 2011

Poetas


El extraño recorrido llegaba a su final. El arco de piedra, medio derruido, que se sostenía con la ilusión de la eternidad y tras el que se traslucía un camino encuadrado entre árboles , me hizo detener. La indecisión, la voluntad de seguir adelante. Al final una puerta: Monasterio de los Poetas. Llamé y me recibió un personaje vestido como un poeta del siglo XIX, con esa imagen de las películas románticas. No pronunció palabra. Yo también permanecí callado. El dijo: “ Me gustas cuando callas porque estas como ausente”.
La comunicación, buscando el fondo de las palabras, volar por encima de ellas. Le respondí: “Por lo visto es posible declararse hombre. Por lo visto es posible decir no”. El me hizo ademán de que pasara: “ La vida todavía es posible, por lo visto”. Seguí adelante, en silencio, resonando en mi cabeza todas las poesías que recordaba. La gente apenas hablaba, guardaban el peso de la palabra para reforzar la entonación y el poder de la voz.

Alguien se dirigió a mi: “Funde pues el bronce de la alegría que solo dura un instante para modelar la tristeza que dura eternamente". A pesar de que había estado en otros lugares donde la exigencia verbal y de conducta era muy alta nunca me había sentido tan presionado como en esta ocasión. No respondí y el hombre se alejo triste pero apaciblemente. Trabajaba cada uno con una especie de Koan en forma poética que deberían resolver. Al ser nuevo buscaban en mi alguna indicación. Otra frase me sorprendió sin sentirla apenas: “Apenas puedo recordar que fue de varios años de mi vida. o adonde iba cuando me desperté y no me encontré solo". No supe tampoco que decir. Seguí andando. ¿Y si me había metido equivocadamente en un psiquiátrico?.

Otra frase, casi a punto de estallar: “Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma, envejecer, morir es el único argumento de la obra”. Sin respuesta, no me daban tregua. Entonces sucedió lo inevitable, tras la ultima frase: “Para saber de amor, para aprenderlo, haber estado solo es necesario. Y es necesario, en cuatrocientas noches, con cuatrocientos cuerpos diferentes, haber hecho el amor. Que sus misterios, como dijo el poeta, son del alma. Pero un cuerpo es el libro en que se leen". Respondí “El sexo solo es sucio si se hace bien”. Mi vida ha mejorado desde entonces como Abad de este monasterio, la gente habla menos pero esta más contenta. Ya sabia que Woody Allen no me fallaría.

(Evaristo Cienpozuelos)

3 comentarios:

sara dijo...

tal y como leía ya me iba imaginando que acabarías siendo el abad,evaristo.
eres el eterno provocador,lanzando cohetes de humo a distancia prudencial,me resulta algo sospechoso....
no sé si dios-allen dice algo al respecto sobre provocar y no "probar"...

Rafa dijo...

Me anima este comentario, me da un cierto halo de misterio. Siempre habia pensado que mi posición: "el eterno provocador, lanzando cohetes de humo a distancia prudencial" era evidente. Mi problema no es "provocar y no probar" ni no tener el valor de probar, mi problema es que no se que probar. Gracias por tu interpretacion gratuita.......
Un beso Rafa

sara dijo...

...era una interpretación "provocativa"...ya que estamos. No pretendía ofender hasta la gratuidad...