07 mayo 2011

Mi indignación


Mi nacimiento fue tormentoso, dramático por exageración, no épico. Fui educado por un familiar cercano, una prima de mi madre, que era lo que actualmente se llama una "destalentada", optimista sin freno, confiada hasta la estupidez, con una energía deslumbrante hasta que se le agoto. Nunca organizaba, ni comíamos a la hora. Pero a esto le acompañaba cierta cortedad mental, que ella compensaba con una excesiva seguridad.
Cuando a los diez meses yo tiraba las cosas al suelo, como luego aprendí que era normal, se empeño en decir que había que enderezar el árbol desde pequeño y que aquella falta de disciplina me llevaría por mal camino, con sus collejas correspondientes. Varios episodios de este estilo me llevaron por el camino de la abulia y la inacción. Fui dejando de moverme hasta llegar a estar quieto en una silla, para evitar posibles errores y su correspondiente penalización.

Entonces empezó a decir , cuando tenia doce años, que estaba muy quieto, que eso no era normal y comenzo a buscarme actividades. Que si ingles, que si tenis, que si taekwondo. En ingles no conseguí soltarme, fracaso total, el tenis regular, pero en Taekwondo al hacer una kata se despertó en mí una energía desconocida y casi mato a un compañero de la hostia que le di.

Diagnosticado, tras ir al psicólogo, de agresión compulsiva casi entro en el circuito de la esquizofrenia, con la contención química correspondiente. He ido tirando con brotes de agresividad pero tras largos años de practica y algunos cursos de habilidades sociales (imponer a los demás lo que uno quiere pero sonriendo, lo que confunde mucho al otro y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde) he conseguido domeñar e incluso a veces amordazar ese rasgo de mi carácter que aplasta a todos los demás rasgos: ¡Que se calle ese exaltado!.

Pero ha durado poco mi pequeña alegría y el esfuerzo de dominar mis esfínteres cerebrales. La nueva consigna es: ¡Indignaos!, hasta han escrito un pequeño libro sobre el asunto. La verdad es que en este momento histórico el que no este indignado esta muerto o vive esa vida educada y sonriente de la tercera edad que acude a los conciertos, con gestos de tratarse de usted aunque se llamen por el nombre y comentarios como: ¡Pues yo soy de la primera de Mahler!, que cuando los oigo me parece siempre que están hablando de fútbol.

Me indigno por no estar dispuesto a tener un humor vegetariano, como dice Bolaño refiriéndose a la escritora Diamela Eltit, o sea a dieta. El humor debe ser catártico, desmesurado, sobre todo desmesurado.

Me indigno por el discurso vacío de la izquierda que siempre se esta disculpando de cosas que no se atreve a hacer, porque el discurso vacío de la derecha lo damos por sentado.

Pero lo que mas me indigna es que me obliguen a actuar de acuerdo a la edad cronológica que tengo que no corresponde para nada con lo que yo siento. (¿otro signo de locura?)

Me temo que voy a volver a ser un exaltado

(Evaristo Cienpozuelos)

7 comentarios:

José Luis dijo...

Pues la verdad es que Evaristo muestra mucha lucidez, sí. Igual ya es hora de que seamos todos unos exaltados.

Rafa dijo...

Gracias Jose Luis. Un abrazo

sara dijo...

pues estamos buenos,evaristo....yo de tanta indignación pasé a la exaltación y ahora mismo ya voy por la fase pre-terrorista.
dónde me puedo apuntar a eso de las habilidades sociales???

Rafa dijo...

Ten cuidado con las etapas, la exaltación lleva a la mistica, la fase pre-terrorista no suele llevar a nada porque no tenemos cuerpo para tirarnos al monte como los maquis y las habilidades sociales llevan a la sonrisa permanente y el estreñimiento cronico. Un beso Rafa

sara dijo...

mística nooo,por favor,antes muerta.mi cuerpo desde luego no me tira al monte sino más bien al sofá y lo del estreñimiento crónico peor aún...en fin,siempre nos quedará el orfidal.

Anónimo dijo...

vale de tanta indignación con el supermanido tema de la EDAD haz lo que se te ponga en los.....
a mí me dicen que ya soy un poco mayor para patinar en la calle y yo les digo que nunca más joven (estoy con el brazo en cabestrillo).
Orfidal el menos posible; mi cuerpo me tira al monte, al sofá, a la cama, a la biblio, a las fiestas de mi barrio, a escuchar música, etc
y me exalto en exceso en mi edad menopáusica.
Mis mayores censores son los de mi alrededor (hijos, marido, familia)

Rafa dijo...

Es muy posible que tengas razón. ¡Valor y energia.!. Un saludo