14 febrero 2011

La operación


La prueba definitiva tras la operación. Tras mis delirios, profundas depresiones y habiendo fallado la química, el psicoanálisis, la terapia de grupo y la imposición de manos, solo quedaba la cirugía. Una operación sencilla, me dijeron, te quedaras un poco frío, sin emociones, pero mejorara tu rendimiento laboral y serás mejor ciudadano, aunque no especificaron en el papel de aceptación si votaría al PP o si mis hijos harían la selectividad en EEUU. Me llevaron a Salou y comenzó el protocolo levantándome a las ocho de la mañana y acarreando hamacas y sombrillas sin ningún gesto de desagrado, medido con un sensor perpetuo. A las once , tras leer el periódico, bajé a la playa y tras untarme de crema protectora me puse al sol, en primera línea. Ningún atisbo de miedo al terrible melanoma, ni noté ningún estremecimiento al pensar en la capa de ozono. Soporté estoicamente los paseos de la tercera edad en traje de baño, los niños y sus cubos mojándome los pies, los topless, hasta recibí algún pelotazo de adolescentes con carrocerías de anabolizantes. Cuando consideraron que era suficiente me llevaron a dar un paseo por los tenderetes, sin generarme ansiedad ante el estimulo para comprar, yo sin dinero. Hice cola en un restaurante para comer paella sin sentir impaciencia ante los reglamentarios veinte y cinco minutos de espera. Tras una siesta me llevaron al Aguapark. Los toboganes suicidas, con niños bajando jugándose la vida, la cola en los flotadores gigantes, el café con hielo en vasos de plástico, los alemanes ocupando por tamaño el doble de metros cuadrados que los nacionales. Todo lo soporté estoicamente, sin que el sensor detectara ningún movimiento. ¡Has pasado la prueba, estas curado. Las emociones no volverán a interferir en tu vida!. Volví al hotel, cena en el buffet libre , observe a la gente sirviéndose la paella, cogían solo los langostinos y dejaban el arroz, el sensor reacciono levemente, una señora con principios de demencia nos tuvo media hora atascados en la cola porque le era imposible decidirse entre tanto plato, el sensor volvió a saltar y cuando el camarero me dijo que el agua se pagaba aparte tiré la bandeja al suelo y comencé a gritar. Estoy esperando que me operen de nuevo. Quizás la próxima vez todo vaya mejor y pueda volver, sin sobresaltos, a veranear en la playa. (Evaristo Cienpozuelos)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que el alcalde de salou te va a declarar persona non grata...

Unknown dijo...

¡Ay qué bueno, cómo me he reído! Gracias

José Luis dijo...

Evaristo, para pasar pruebas de ese calibre en Salou todavía no han inventado nada. Eso de la cirugía es un sacaperras, no se te ocurra volver.
Espero que tras el shock del pago del agua, todas tus emociones se volvieran a recuperar.
Mira que nos das unos sustos...

sara dijo...

evaristo,no hace falta que te vuelvas a operar,habida cuenta de que la primera intervención no te dió resultado. prueba a llevar siempre contigo una tableta de orfidales,y te los vas comiendo como si fueran caramelos de menta...no es lo mismo que que te extirpen las emociones pero ayuda mucho a convivir con ellas.
sara.

Rafa dijo...

Evaristo agradece mucho vuestro aprecio y consejos. Salou es parte de su imaginario juvenil pero entre la edad y los Orfidales de Sara no creo que le haga falta un tratamiento mas drastico. Un abrazo