19 enero 2011

El modulo

Hasta hoy y tras la Gran contaminación la realidad de soledad había sido soportable. Otros , en las ciudades de túneles, habían tenido más suerte al quedarse aislados en compañía, con alguna persona o al menos algún animal que les permitía recordar que “.... no es bueno que el hombre este solo....”.

Los primeros años la ocupación fundamental fue la supervivencia, el acceso a los módulos aislados de alimentos, individualizados para cada compartimento estanco así como la organización del tiempo imitando estructuras sociales que ya no tenían sentido. Poco a poco el tiempo se fue desdibujando al no ver la luz solar y desde hacia años solo el reloj permitía imitar ocupaciones y esperas que ya no eran necesarias. Las redes de comunicación estaban intactas y permitían el acceso a la red madre donde se generaban los contenidos que se distribuían a los módulos, pero después de algún tiempo y por razones probablemente psicológicas se habían cortado las comunicaciones desde los módulos al exterior.

Estoy solo, no puedo hablar con nadie y únicamente recibo noticias impersonales del exterior pero no puedo enviar las mías, probablemente no sepan de mi existencia. Hoy he leído una frase en un libro , que me ha decidido a terminar con esto: “Ser solitario, es habitar más que nadie la memoria y el deseo y, en cambio, haber desaparecido hace tiempo de los recuerdos y las ganas de los demás; mucho más que la soledad física, lo que duele es ese estar ausente de todas las conciencias, no vivir en cerebro ajeno, saber que no aparece tu nombre escrito en ninguna agenda".

Hace tiempo que no tengo agenda y lo más doloroso es que creo que nadie la tenga ya. Solo echare de menos el poder seguir viendo las películas sin anuncios.

(Evaristo Cienpozuelos)

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