20 diciembre 2010

La burbuja

He sido siempre un buen conversador, animoso e informado, minero de los ocultos misterios de las palabras. Cuando la conocí, me dedique a observar su aparente silencio y a medida que hablábamos y sondeábamos temas comunes la conversación se hacia más fluida y las pausas más escasas.

La sorpresa surgió durante una conversación banal sobre algo que no recuerdo. Sentí dentro de mi palabras de ternura y deseo, y comprendí al mirar sus ojos que hablábamos, sin sonidos, en una segunda conversación. Tras la extrañeza inicial acepte el hecho y solo teníamos que hablar de cualquier tema para que lo oculto, que nunca fue nombrado, se manifestara. En general lo que hablábamos no tenia importancia, solo era el soporte para invocar otro mundo de caricias y deseos. A veces , sin buscarlo, nos enfadábamos, hablando de cualquier cosa y entonces yo sabia que los celos, o la frustración hacían mella en nosotros.

Esta burbuja invocada por lo hablado se rompió , de repente, sin pensarlo, al hablar del tiempo.

¡ Hace calor hoy ! .

Tras esta afirmación compacta de realidad se provoco un desgarro en la burbuja. El hechizo se había roto y la segunda conversación había desaparecido. Luche denodadamente trayendo a la mano uno de los recursos desesperados para seguir hablando, el otoño, nostalgias de memorias ya pasadas, pero la burbuja no se rehizo. Se fue aumentando la grieta y el deseo y la ternura, nunca hablados, desaparecieron.

Fue la ultima vez que estuvimos juntos. Desapareció de mi vida poco después. Desde entonces jamás hablo, con una mujer, del tiempo.

(Evaristo Cienpozuelos)

2 comentarios:

Enric dijo...

Me ha gustado. Felicidades.

Rafa dijo...

Que tal Enric? Gracias por todo. Un abrazo