30 noviembre 2010

La confesión

Por seguridad debo seguir encerrado en casa, no llamar la atención para no despertar sospechas y tampoco me conviene un encierro demasiado prolongado porque los vecinos empezarían a murmurar. Desde los últimos atentados nada es igual, la seguridad se ha reforzado, los servicios de inteligencia están interconectados y actúan coordinadamente. Menos mal que mi nombre y mi rostro es desconocido para ellos. Ahora me alegro de no tener apenas recuerdos fotográficos, nunca me gustaron, no salgo nada bien.

Mi grupo operativo esta destruido y sus componentes en la cárcel. Tras la escisión nos quedamos con la responsabilidad de los atentados contra el clero y ahora solo quedo yo cumpliendo misiones. La de hoy ha sido genial.

Elegí una iglesia apartada, es mejor para la huida y tras un estudio detallado y preciso de horarios me acerque, a las seis y media de la tarde, donde sabia que el Padre Flores estaría en el confesionario, con la iglesia casi vacía, atendiendo fieles pecadores. Me arrodille e inicie el ritual de la confesión. Tras unos datos iniciales para romper el hielo me decidí a actuar, solo esperaba el momento oportuno, el propio padre me lo dio.

- A ver, hijo mío, pecados contra el sexto mandamiento –

Mi entrenamiento en campos terroristas holandeses no había sido en vano. Arremetí y comencé, poco a poco, a contarle todo tipo de aberraciones, perversiones y demás contenidos que hubieran hecho enrojecer al mismo Marques de Sade. Desplegué toda mi libidinosa habilidad, insinuando más de lo que decía. El padre Flores no soportó el ataque, fue enrojeciendo paulatinamente, su color fue haciéndose lívido-azulado y en un momento determinado perdió el conocimiento y se derrumbó. Estaba muerto.

Me fui retirando lentamente, no había testigos, solo una viejecita bastante distraída que creo que no había notado nada. Salí a la calle y media hora después estaba en casa. Esta noche tengo que relajarme y descansar. Creo que veré Sonrisas y lagrimas.

(Evaristo Cienpozuelos)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No serás Salvador Sostres, Evaristo?

José Luis dijo...

Al llegar a la primera coma me he dado cuenta de que Evaristo atacaba de nuevo, y me he lanzado a seguir leyendo. Buenísimo, como siempre.

Rafa dijo...

Gracias Jose Luis. Mucho frio?. Un saludo