29 enero 2009

Los Calcetines

(Edward Hopper)

El destino, no puede ser de otra manera, sin razón especial, me ha plomado con una cualidad que genera desgracia y soledad, la memoria exacta de mis sentimientos desde que guardo recuerdo. Este aciago don me impide elaborar imágenes idealizadas sobre el pasado. La mierda no se diluye y los escasos momentos de felicidad me duelen cuando los añoro. 

Cualquiera diría al oír esto que soy infeliz, solo moderadamente, como todos, aunque el mundo, la vida en general, me decepciona. Hay que ser positivo dicen los/las New ages, con esa buena voluntad tan simple como patética de que todo vaya bien, como si la voluntad pudiera con la desgracia, o lo peor no estuviera siempre por llegar. 

Disfruta el momento es otro consejo aparentemente zen aunque esto se suele decir tomando tapas en el bar, con lo cual mas parece un consejo alcohólico-zen. He observado que los que lo dicen apenas mastican y no por tener una dentadura en mal estado o falta de dinero para arreglarla sino que me parece que es algo que depende mas de la voracidad al tragar . Esa prisa tipo: ¡ A follar, a follar, que el mundo se va a acabar¡. Resumiendo, que me enrollo, tan pesimistas como el que mas. Con estas ideas no se como me sostengo en pie, pero de vez en cuando mi bipolaridad me rescata. 

Busco pequeños clímax: la ducha caliente, un bocadillo de tortilla, el sexo inesperado, un musical , una conversación sin poder y juicios, y sobre todo quitarme los calcetines después de una guardia, me siento como los rusos en la defensa de Stalingrado.