09 marzo 2009

Somos felices mientras no perdamos la esperanza de llegar a ser felices

(Imagen de David Febland)
En una sociedad de compradores y una vida de compras, somos felices mientras no perdamos la esperanza de llegar a ser felices; estamos asegurados contra la infelicidad siempre que podamos mantener esta esperanza. Así, la llave de la felicidad y el antídoto contra la amargura consiste en mantener viva la esperanza de llegar a ser felices. Sin embargo, solo puede mantenerse viva si se cumple la condición de una rápida sucesión de nuevas oportunidades y nuevos comienzos, y con la perspectiva de una cadena infinita de nuevos comienzos. Esta condición se consigue dividiendo la vida en episodios, es decir, en espacios de tiempo preferiblemente cerrados e independientes, cada uno con su propio guión, sus propios personajes y su propio final. Este último requisito, el final, se cumple si se supone que los personajes implicados en el curso del episodio sólo aparecen mientras dura, sin compromiso alguno de ser admitidos en el siguiente. Como cada episodio tiene su propio guión, cada uno requiere su propio casting. Cualquier compromiso indefinido o interminable limitaría gravemente la cantidad de guiones disponibles para los episodios sucesivos.

(Zygmunt Bauman)

1 comentario:

José Luis dijo...

Esta reflexión la veo como otra forma de explicar el deseo, aquello de "el deseo alcanzado y destronado" que contaba tan bien Joseba Zulaika en su "Caza, símbolo y eros".
Tras cada deseo alcanzado (y por tanto destronado) aparece un nuevo deseo que nos mantiene vivos.
Sí, estoy de acuerdo.