27 noviembre 2007

Sin un alma que llevar a la boca

A Luis Cernuda

Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.


Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.

Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

(Jaime Gil de Biedma)

1 comentario:

Espiral del Gato dijo...

Hola!!
No se si conoces al Aragonés Jesús Jiménez, te pongo un texto suyo:

Un nadador divide la soledad en dos:
la primera es del agua;
la segunda, del cielo.


Un saludete!!